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La muerte anda suelta o esas cosas de la memoria

La semana se convirtió en un largo obituario. Frente al mar de San Sebastián me enteré de la partida de Cheo Feliciano. Recordé, cómo no, el el último concierto suyo al que fui en Caracas. Canté mentalmente «Anacaona», mi preferida. Horas despúes se fue García Márquez (nunca me sentí tan confianzuda como para decirle «Gabo», aunque yo no hubiera tenido problemas en que él me llamara Bria). Tenía días leyendo que su salud estaba frágil y su partida no pilló a casi nadie desprevenido. Pensé en mi vieja edición de El amor en los tiempos del cólera, en Florentino Ariza y Fermina Daza, en mi cuaderno de 4º año de bachillerato con mi esquema de la familia Buendía y mi profesora de Castellano que, ya de mayor, me dijo: «Si algún día lo entrevistas, dile que en Guayana lo queremos muchísimo». Ese encuentro nunca ocurrió, está claro. 
He gozado leyendo y escuchando estos días muchas anécdotas e historias de ese colombiano enorme.  No tengo ninguna personal, ni una foto, ni una firma, ni un chiste. Lo más cercano es que muchos amigos y yo hemos hecho talleres en su fundación  y que trabajé con Teodoro Petkoff , quizá el más célebre de sus amigos venezolanos. Ah, y también una carta que escribió a María Teresa Castillo con motivo de su cumpleaños número 80. Un día la vi en el archivo de El Nacional  y empezaba más o menos así: «Querida María Teresa, cuántos años cumplirás de verdad si apenas confiesas 80?». Me reí mucho.
La parca también se llevó a la actriz Mayra Alejandra, protagonista de Leonela. Y yo, claro, cantando mentalmente: «Soy el ladrón de tu amor, tu mal recuerdo…». Era muy pequeña cuando la emitieron, pero la historia y la canción traspasaron generaciones. Total que la muerte se suelta y se activa la pensadora, el archivo empieza a darle duro, a pensar y repensar.  Deja como una melancolía de otros tiempos. No sé si se trata de una actitud aprendida. He visto a mis padres hablar con otro tono de voz y gesticular distinto cuando hablan de sus amigos y familiares fallecidos.  Lo único que sé es que ahora lo siento yo por esta gente a la que solo me une el lazo de haber disfrutado de su talento. 
Mis recomendaciones:
Aquí les dejo los links de algunas de las mejores cosas que he leído estos días sobre GGM:
 El amante inconcluso en El Tiempo  (sobre Bill Clinton por GGM)
A mí me insultó García Márquez  por Fernando Gaitan en El Tiempo (el libretista de Betty La Fea y Café con Aroma de mujer) 
La tarde en que murió el escritor más querido del mundo   por Albinson Linares en Prodavinci

2 comentarios en “La muerte anda suelta o esas cosas de la memoria”

  1. Me gustó este post, yo recordé cuando murió que fue el primer libro que cuando lo terminé, acabé llorando, y de la rabia que tenía de que no continuara la historia… también hice un papel con el árbol genealógico porque me quería enterar bien de quién era quién en esa historia… recuerdos vividos de un libro que me marcó!

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