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El papá de la periodista

Briamel González Zambrano

Durante los álgidos y azarosos días de abril de 2002 en Venezuela corrieron rumores, angustias y también, como bien se sabe, sangre.  Los reporteros que ejercíamos en Caracas por aquél tiempo vivimos en directo la convulsión de un país y sus instituciones.  Los teléfonos móviles nos iban a estallar, las baterías nos duraban poquísimo, la adrenalina se incrementaba a borbotones. Nos estremecíamos con cada reporte de los compañeros y con los propios. Usamos chalecos antibalas, nos santiguábamos al salir a cubrir las informaciones.

Apenas supe que Chávez volvería al poder, tras el paso rasante y fugaz de Pedro Carmona por Miraflores, llamé a mi familia que, para ese momento, vivía en Puerto La Cruz.  Les conté la versión y les di la orden: “No salgan de casa. Chávez vuelve y dará una rueda de prensa en breve. Todo es confuso y turbio”. Mi padre, viéndome aún como a una niña, me respondió: “Esos son rumores, hija. Quédate quieta. Eso no es verdad. Él renunció. Lo dijo Lucas Rincón”. Y yo  le dije airada y a punto de grito: “Mira papá ¿quién es la periodista? ¿Quién es la que está en Caracas en el lugar de los hechos? ¡Hazme el favor de no moverte de la casa!”. Colgué el teléfono.

Meses después de aquella vorágine, mi progenitor me contó que reflexionó al yo cortar la llamada. No me hizo caso y se dirigió al quiosco de la esquina. Allí comentó casi como una infidencia: “Mi hija, la periodista, dice que el hombre regresa. Que va a hablar dentro de poquito y que la cosa está muy fea”. Ante la exactitud de aquella información, el quiosquero y los vecinos le concedieron a mi padre un nuevo estatus.  A partir de ese momento dejó de ser el doctor González para convertirse en “El papá de la periodista” y lo acosaban a preguntas para saber qué le contaba yo sobre la situación del país.

Creo que eso mismo ocurre a los padres de muchos de mis amigos reporteros. Una vez escuché que en la Hermandad Gallega de Caracas se quedaban oyendo las conversaciones de la madre de Carla Angola por si decía algo que le comentara su hija y que fuera un dato sobre la posible caída del gobierno.  Nuestros padres se convierten en nuestros portavoces, ganan seguidores y cierto prestigio de informantes entre sus congéneres. La recentísima partida de mi padre me ha revuelto este recuerdo dulce de su carácter amable y ocurrente.

Hoy en el día del periodista en Venezuela y el segundo aniversario de La Rorra en el teclado se me ha antojado regalar esta anécdota que refleja el carácter de nuestros padres que, en muchos casos, son los clarísimos culpables de que hayamos estudiado periodismo. ¡Feliz día compañeros!

 

3 comentarios en “El papá de la periodista”

  1. Feliz día amiga! a ti por tu profesión y por este blog que muchas veces nos saca la lagrimilla…. y estoy segura que Brígido, allí donde esté, sigue siendo tu vocero y cuida tus pasos y tus letras… te quiero… y mucho…

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