Briamel González Zambrano
Llevo años enamorada del actor Mark Ruffalo a pesar de que ha hecho películas malísimas, Pero también las tiene muy buenas. Así es el amor, si él está en el cartel, veo la cinta. La más reciente que vi fue «Spotlight» hace un par de días y… claro, caí rendida. Ya no por ese gesto que hace con la boca cuando se molesta y su dulce sonrisa, sino porque me hizo recordar a varios amigos y su mal genio cuando un trabajo periodístico estaba en peligro de no ser publicado o de ser destapado por la competencia antes de tiempo.
La película, ya galardonada en los premios SAG y una de las favoritas para los Oscars, reivindica el trabajo del periodismo de investigación. Además tiene la fortaleza y el impacto de estar basada en hechos reales que le hicieron ganar un premio Pulitzer a un equipo de reporteros del periódico Boston Globe por reventar el tema de la pederastia dentro de la iglesia católica.
Mientras la veía, pensé y recordé momentos, amigos y las muchas presiones que reciben los periodistas de investigación en Venezuela. Tantos y tantos casos que son noticia un día y no hay seguimiento porque no se tiene tiempo, dinero o porque no interesa al poder. Temas como el asesinato del fiscal Danilo Anderson, los desfalcos y el latrocinio del gobierno venezolano en temas como Mercal, la red Bicentenario, el Plan Bolívar 2000, las misiones, las cuentas de PDVSA. Tantas y tantas cosas que quedan aún por ser reveladas. También sonreí al recordar aquellas que sí se han publicado y han puesto freno a exapruptos del poder, por ejemplo: Maletines llenos de dólares rumbo a Argentina, Los Bolichicos, El nepotismo de Cilia Flores, Obras asignadas sin licitación y un etcétera donde aparecen firmando los textos grandes, admirados y entrañables amigos.
De ahora en adelante, hay que mandar corriendo a ver «Spotlight» a aquel que aún repita esa vieja consigna de: «La libertad de expresión es un problema de los periodistas, allá ellos si se quedan sin trabajo y sin medios». Sepa usted que sin esa contribución de unos reporteros insistentes, apasionados, comprometidos y, por qué no decirlo, muy tercos, no se sabrían las inmundicias que se comenten con el dinero público y desde distintas esferas del poder.¡Larga vida a todos los Spotlight que existen en la vida real, en redacciones reales!
Cierto, larga vida a todos los periodistas honrados del mundo mundial!!!Besos y salud
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