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Te vas haciendo

Cuando te vas lejos de tu país pasan cosas casi sin darte cuenta. Los niños que dejaste crecen  y tú vas adquiriendo nuevos hábitos, que antes te resultaban desconocidos, ajenos, de otra gente.  No hablo solo del vocabulario, ni de la entonación. Te animas también a querer y hacer otras cosas: tirarte a tomar el sol en un parque,  así no haya playa cerca (cosa de la que me burlaba cuando venía de turista, lo admito),  el fútbol,  ciertos cantantes y actores, alguna región para ir en verano,  bebidas, comidas que desconocías,  vestuario que nunca te hubieras puesto antes.
Como se dice aquí, “te vas haciendo”  a que vives acá y que puedes mezclar lo mejor de los mundos que conoces. Cuando hablas en segunda persona del plural, esa que nos enseñan en el colegio y no usamos, no te lo puedes ni creer. Me pueden oír decir: “¿Vosotros queréis ir? ¡Os va encantar!”. Es raro, pero te acostumbras y luego te sale espontáneo hasta que llega tu mamá de visita y te dice: “¿Qué te pasa, mija? ¿Quéjeso de vosotros y de os? ¡Ay no! ¿Quién es esta negrita? Me la cambiaron!”. Y te ríes y comprendes que se extrañe, pero son maneras de sobrevivir que elige cada quien. 
Les cuento todo esto (¿o debería escribir  “os cuento”? jeje), porque ayer vi la película Ocho apellidos vascos. Es una comedia romántica que atraviesa los tópicos españoles, los chistes regionales, las típicas riñas entre zonas geográficas muy diferenciadas en este país (algo así como poner a un gocho y a un oriental de pareja protagónica) . Iba con el temor de que no me diera risa, de que no pillaría nada. Fui con mi pareja (que es español) y me reí casi más que él.  Incluso me di cuenta de juegos de vocabulario y bromas que él ni se enteró.
Antes de ir al cine, quise pensar que entendería el argumento de la peli porque siempre tuve contacto con vascos (mis profesores del colegio de jesuitas) y que frecuento Cádiz, por lo que entendería las chuscadas andaluzas. El hecho es que me reí montones por eso y porque…me voy haciendo. Eso sí, no como pipas (semillas de girasol), ni me baño en la playa a cero grados,  ni como melón con jamón, ni tomo café con hielo, ni hago topless (toclés, dicen algunos).  Sin embargo, pues eso, que me voy haciendo. ¡Ah! y los que están de este lado, vean la película porque tiene mucha gracia y porque Sevilla y Euskadi tienen un coló especiá.

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Enigmas y acertijos ibéricos (o cosas que no he entendido)

El primer consejo que doy a mis amigos cuando se van a  vivir a otro país es que abran sus sentidos, que estén prestos a conocer, preguntar, indagar y adoptar cosas de la nueva cultura a la que llegan. Parece una tontería y una obviedad, pero hay que recordarlo siempre. Eso fue lo que hice yo y me ha servido de mucho. Si llegas y lo que haces es juzgar, comparar y extrañar a cada cinco minutos…mal vamos. No digo que no tengas un sentido crítico, pero siempre con ánimos de recibir y aportar.

Durante estos años he aprendido a querer a España y a los españoles, su cultura, sus bailes, su música y hasta sus dichos. Apenas llegué, empecé a escribir un diccionario español (castizo)/venezolano para entender mejor todo (las películas, la televisión y a la gente). Creo que ninguno de mis amigos españoles se  ha salvado de mis interrogatorios sobre palabras, costumbres, refranes o gastronomía. «Ya viene esta con sus preguntas», me dice uno siempre. Lo cierto es que hay cosas que nadie me ha sabido responder o que simplemente todavía no entiendo y sospecho, peligrosamente, que no entenderé. Se las enumero aquí, con cariño siempre. Invito al lector inmigrante o visitante a que apunte las suyas.

1.-Los marineritos. Los niños al hacer la Primera Comunión se disfrazan de marineros o militares. Nadie me ha dado una explicación al respecto. Mi sobrino fue un marinerito bello, pero por lo menos le veo sentido porque su padre es militar de la Armada.

2.- El melón con jamón (serrano) . No entiendo esta combinación.
3.- Los toros . Sin nada que añadir.

4.- Las pipas (semillas de girasol). En mi país es alimento para pájaros. Aquí las comen sin parar en los bares, en el estadio de fútbol y en muchas partes.

5.-Las servilletas de papel. Hay un tipo de servilleta como de papel cebolla. No valen para nada. Ni secan, ni limpian, pero están en todos los garitos.

6.- Tomarse un café a media mañana. En el ambiente laboral es más o menos normal que la gente llegue a la oficina y como media hora después digan: «vamos a desayunar» y todos van a un bar durante 20 minutos. A lo mejor esto también pasa en Venezuela, pero yo nunca lo hice. Al principio no iba con mis compañeros, pero luego te das cuenta de que es parte del trabajo y de que en el desayuno te enteras de información «privilegiada».

7.- El color de la ropa por estación. Soy muy colorida y eso aún no lo cambio. Ya he dicho antes en este blog que no aguanto estar vestida 9 meses entre grises, blancos y negros. Aquí el invierno implica cerrar la paleta y ceñirse a eso y algún colorcito más. Yo no le hago caso y sé que me miran raro, pero me da igual. ¡Amarillo es lo que luce, caballero!

8.-.El pedacito de limón que le ponen a la Coca-Coca cuando la sirven en el bar. A mí ya me gusta, pero veo que a mis amigos que vienen de visita se lo sacan con cierto disgusto. Bueno, ni hablar del whiskey con Coca- Cola. No soy una tomadora profesional (ni siquiera amateur, la verdad), pero sé que mis amigos se escandalizan cuando lo ven en la carta.

9.-El mini. Es un vaso de un litro. Allí sirven un trago y lo llaman MINI. Está claro que es un maxi. Me explicaron que lo bautizaron así, en forma irónica, durante la movida de los ’80 en Madrid.

10.- El nacionalismo. Por más que leas, te documentes y hables con la gente, es un fenómeno complicado de entender. Lo sientes cuando viajas y el idioma regional de turno está por todas partes. Vas concluyendo que este país es una colcha de retazos cosida por ciertos pilares comunes. Me gusta pensar que hay más cosas que unen a toda España que cosas que la separan, pero he conocido nacionalistas canarios, gallegos, vascos, y claro, catalanes. Quizá el tiempo me haga entender mejor este fenómeno. De momento, sigo leyendo.

 

PS: Andrea Daza, mi amiga y compañera bloguera, también ha compartido sus enigmas. Ella vive en Barcelona y se los cuenta en:  http://www.lazotacalles.com/2013/10/02/misterios-resueltos/