Entrevistas

Beatriz López y Antonio Zamora: Una pareja de trotamundos que mezcla jamón serrano y tequeños

A propósito de San Valentín contamos la historia de amor de Beatriz y Antonio, los creadores del blog de viajes Próxima Parada La Luna 

Que se me cae la baba...
Un madrileño y una venezolana recorren el mundo y lo cuentan en su blog

Briamel González Zambrano

Cuando llego a su casa de la sierra de Galapagar (Madrid) veo a Antonio Zamora en la ventana de su cocina con harina entre las manos para dar forma a una mini-arepa, de las muchas que va a meter al horno. Él es madrileño y su mujer Beatriz López, venezolana. Ambos nos reciben (a mi novio y a mí) a mesa puesta, con jamón serrano, nata, varios tipos de queso, cachapas, tequeños y una tortilla de patatas casera.

De pronto nos sentimos como en el programa televisivo de Bertín Osborne «Mi casa es la tuya», donde visitan los hogares de las celebridades, comen manjares variados, repasan las biografías de los invitados y se ríen a carcajadas. Hemos quedado para una entrevista sobre qué significa ser un binomio multicultural, para que cuenten su historia.

La última vez que los vi estábamos en el concierto de Karina en Madrid hace unos meses. Yo los divisé a los lejos y no los pude saludar entre la multitud, pero observé en una parte del recital que él tarareaba las canciones. Beatriz me aclaró en aquél momento por teléfono: «Me quedé loca porque se sabía ‘Mi vida eres tú’ de Ruddy La Scala». Yo le respondí: «Es que ese era el tema de la telenovela Cristal que tuvo mucho éxito en España en los ochenta». Reímos.

El chispazo inicial entre Beatriz y Antonio se remonta al año 2004 donde coincidieron en una parada de “El Camino de Santiago”, una ruta que los marcaría para siempre. Ella había venido desde Venezuela sola para hacer el recorrido. Él era peregrino por sexta vez en esa ocasión. Se cruzaron, conversaron de forma casual, pero ella tenía novio y él acababa de salir de una relación muy larga.

.-¿Cómo fue ese primer encuentro? ¿Hubo química?

Antonio: «A mí me había gustado desde el primer momento, vi algo especial, pero ella había dicho que tenía novio. Yo eso lo quise respetar».

Beatriz: (risas) «A mí me había parecido majete desde el principio. Le gustaba la misma música que a mí y tenía mucha conversación. Yo hubiera querido que me diera una señal mínima, que aunque sea me tomara de la mano, pero no pasó. Así que seguí mi rumbo».

Intercambiaron dirección de correo postal y electrónico. Ella volvió a su país, donde estudió Idiomas y trabajaba como profesora de italiano. La relación con su novio caraqueño terminó. Al poco tiempo, Antonio se fue a vivir a Cracovia con una novia polaca.

Pasaron los años. Antonio y Bea se intercambiaron cartas, (sí, cartas en papel) de forma espaciada. Ella en 2008, alentada por la casi siempre tensa situación venezolana, se fue a estudiar un máster en la Universidad de Pisa.

.-¿En qué momento  retomaron el contacto?

Beatriz: «En otoño de 2009, cuando estaba por terminar su postgrado, él me escribió un comentario en una foto de Facebook que decía: “La sonrisa que mueve al mundo”. Yo pensé: «¿Qué le pasa a este tipo? ¿No y que está feliz con su polaca?”. Pues resulta que habían terminado, claro.  Retomamos el contacto por messenger. Fue como mágico. ¡En ese primer reencuentro hablamos doce horas a través del ordenador! ¡Fue una conexión impresionante!».

Antonio: «No solo fue ponernos al día de todo el tiempo que pasamos sin hablar. Fue también conversar de temas muy profundos. ¡Imagínate estar hablando desde las 8 de la tarde hasta las 8 de la mañana!  Fue frenético. Le prometí visitarla en Pisa».

Camino 2017 - Vacaciones

.-¿Y fuiste?

Beatriz: «Yo me le adelanté porque antes de ir a Pisa, él iba a hacer, una vez más, El Camino de Santiago. Hablé con sus amigos para darle una sorpresa cuando terminara el recorrido. Me planté en la Plaza del Obradoiro frente a la Catedral de Santiago a esperarlo. Yo no sabía qué pasaría al vernos. Tenía el corazón a mil. Llevábamos un par de meses hablando a diario, pero sin la parte física. Estaba muy nerviosa. Cuando nos vimos, nos abrazamos mucho»

Antonio: «Fue muy intenso. Muy bonito. ¡Cuéntale lo del anillo, Bea!»

Beatriz. «¡Ay, por favor! (risas) Es que un paseo por esos días por Santiago, él me puso un anillo de alambre y me pidió que nos casáramos, pero yo no le dí importancia, me pareció que era parte de la euforia del momento. Así que solo sonreí y continuamos andando. Suena un poco mal por mi parte, pero así pasó».

La vida juntos

Antonio cumplió su promesa de la visita a Pisa y al poco tiempo ella recogió todas sus pertenencias y volvió a Venezuela para decir a su familia que se iría a vivir a España con un cibernovio. Sus padres no daban crédito a la noticia, no creían que su hija pequeña se marcharía a la aventura, pero así fue.

Desde diciembre de 2009 Bea y Antonio viven juntos. Ella llegó solo con 500 € que eran sus ahorros.  En una primera etapa de tres años residieron en Burgos, donde él trabajaba en una gasolinera en la que ella terminaría atendiendo la barra poco tiempo después. En 2012 se trasladaron a Madrid y desde 2015 viven en su casa de la sierra donde los visitamos.

.-¿Qué tal fue la adaptación de pareja y de vivir en Burgos?

Beatriz. «La época de Burgos fue difícil, de gran aprendizaje y mucho frío.  De aprender mucho de este país, de sus costumbres, de sus códigos, del pensamiento. Lo mismo atendía a un pastor que me hablaba de sus ovejas, que a un agricultor que me contaba de su cosecha o unas prostitutas de los club de alterne cercanos a la gasolinera. Me curtí mucho en esa etapa. No nos faltaba nada, pero teníamos un presupuesto limitado y aprendes a valorar el dinero y todo lo que consigues.

Antonio es un cielo y una persona muy paciente. Nos ajustamos rápido. Yo en ese tiempo me quité las tonterías de ver las marcas de detergente, de cremas, de cada cosa que compras, algo que es muy venezolano. Asumí que si no son de marcas no tienen que ser malos productos. Crecí mucho. Miro atrás y pienso en ese aprendizaje. A veces veo a paisanos recién llegados que están en su burbuja venezolana y me parece que se están perdiendo una oportunidad maravillosa de conocer este país y a su gente».

Antonio: «Aunque soy madrileño, la ciudad me asfixia, me gusta lo rural. Yo me encontraba bien lejos del asfalto, pero ella estaba en un entorno ajeno».

Beatriz:  Ay, tan bello. Cuando llegué a Burgos me recibió con unas flores y había puesto una bandera de Venezuela grande en el salón. Una belleza.

Antonio. ¡Hombre! Era lo mínimo. No iba a tener el clima de su tierra, por lo menos quise darle ese detalle.

Tenerife 2017
La pareja en una excursión en Tenerife

.-¿Y cómo arreglaste tus papeles como extranjera o desciendes de familia europea?

Beatriz. «¡Qué va! Soy venezolana por todos lados. Cuando  llevábamos pocos  meses en Burgos llegó el momento de revisar qué hacer para tener mi documentación en regla. Estábamos en el estacionamiento del supermercado. Yo le dije que se me iba a vencer mi estancia de turista y que nos teníamos que casar. ¡Así de romántica fue nuestra pedida! (risas)».

Antonio. (risas) «¡Pero que conste que yo ya se lo había pedido con mi anillo de alambres en Santiago! Ahora en serio, para mí la diferencia entre vivir juntos y estar casados es una firma. Así que no vi ningún problema y nos casamos».

El balance de una década

El próximo mes de abril la pareja celebrará su décimo aniversario de matrimonio. Su balance de esta década juntos es muy positivo. Ella lo resume en que: “Él es más venezolano y yo más española”. Una afirmación que parece cierta porque él trabaja en las oficinas de la cadena Goiko Grill con 90 venezolanos y tiene muchos modismos y un poco de cadencia caraqueña en su acento. Ella labora en una agencia de viajes española, habla de «vosotros» y utiliza jerga madrileña.

Él trabajó en la cocina del restaurante La Cuchara y sabe preparar carne mechada, arepas (con las que nos recibió) y tequeños. Ella lo llama por teléfono para pedirle que le explique las formas de preparación. Se ríen al contar cómo se han compenetrado y solo ven ventajas en ser una pareja multicultural.

.-¿En qué sienten la diferencia de provenir de diferentes países?

Beatriz: «Tenemos muchas anécdotas idiomáticas. El día de nuestra boda le dije que recogiera los peroles, pasara el coleto y buscara algo en el gabinete. Se quedó viéndome y me dijo que no había entendido ni una palabra» (risas).

Antonio: «Nos reímos mucho y nos gustan las mismas cosas, es parte de la clave de llevarnos tan bien. Ella es muy habladora, de expresarlo todo. Yo soy más reservado, muy clásico en ese sentido, pero con los años y con la convivencia me he ido soltando.
Yo le cuento cosas de España que ella no sabe y al revés».

.-¿Y en sus familias cómo se tomaron esta historia de amor?

Beatriz. «La mía no se lo creía al principio, pero cuando lo aceptaron todo fluyó bien. Ahora, si un hijo mío me dice que se va a casar con una chica con la que retomó el contacto hace poco, me da algo. Cuando a sus padres les dijimos que nos íbamos a casar dijeron: «¿Era eso? Pensábamos que estábais embarazados» (risas).

Antonio. «Ya mis padres estaban curados de espanto. Yo me había ido antes con una pareja polaca. Así que se fiaban de mi criterio y a Bea la recibieron con mucho cariño».

Trotamundos a bordo

Además de Idiomas (especialidad en inglés e italiano), Beatriz estudió marketing de viajes y uno de los hobbies que más disfruta la pareja es viajar alrededor del mundo. Han perdido la cuenta de los países y ciudades que han visitado. Para reflejar esas aventuras y recorridos Bea  fundó en 2014 el blog ”Próxima Parada La Luna”, una bitácora donde el lector puede encontrar los relatos en destinos de América, África, Asia y Europa. Todo contado con detalle y desde la experiencia de un dúo viajero y observador. Antonio se ocupa de narrar los destinos que tengan historia y misterio.

.-¿Para qué os sirve el blog?

Beatriz: «Siempre quise ser periodista y contar historias a la gente. El blog me ha funcionado para eso, para mostrar sitios, ciudades, realidades distintas. Eso  me ha dado visibilidad, me ha abierto puertas.  Además tengo una sección llamada Venezuela en Madrid donde cuento los eventos de mis paisanos en la ciudad. Gracias al blog pertenezco a una asociación de periodistas venezolanos. De alguna manera me ha permitido cumplir mi sueño».

Antonio:  «A mí me encanta la Historia y también el misterio. Elijo rutas o destinos que tengan estos dos elementos y allí los cuentos. Somos muchos los frikis de estos temas».(risas)

.-¿Qué destinos os han impresionado más?

Beatriz: «Los tenemos claros: Islandia, Eslovenia y Canaima en Venezuela».

Antonio: «Para mí, Canaima fue como una revelación. Algo me recorrió por las venas. Te lo digo en serio. Es un lugar con una energía y una magia enorme. Creo que en otra vida fui pemón».

Pedida de mano en condiciones - Islandia 2019

La próxima parada no es la luna sino Nueva York, a donde se irán en marzo para  ver la primavera en esta ciudad. Sus próximos proyectos implican dedicarle más tiempo al blog porque dicen que quedan muchos viajes  que aún no han contado.

Para cerrar nuestro encuentro, Antonio saca unas palmeritas de chocolate hechas por él mismo y  ambos nos dejan abierta la invitación a su idílica casa en la montaña.

Madrileño en Canaima - 2013
Antonio y Bea en Canaima en el año 2013