Entrevistas, España, Migrantes

«Ser médico sigue valiendo la pena»

Myriam Raquel González Oviedo está especializada en pediatría y dermatología pediátrica, además es periodista. Vive en Madrid desde 2017, donde ejerce como médico general a través de la consulta privada y tiene su canal de Youtube “Depieapiel” en el que imparte educación en salud para la comunidad.  Tiene sus títulos de medicina y periodismo debidamente homologados en España. Aún espera el reconocimiento de sus especialidades por parte del estado español, como se encuentra el 90% de los médicos migrantes extracomunitarios.

Briamel González Zambrano

Cuando tenía ocho años Myriam Raquel González Oviedo diseccionaba pollitos. Los abría en canal y les miraba el corazón y los pulmones. Aunque parece una imagen áspera para una niña, ella lo recuerda con ternura porque cree que ahí estaba preparando sus primeras tablas quirúrgicas. Por aquel tiempo, se había hecho el primer trasplante cardíaco del mundo y ella quería ser cirujana cardiovascular. Se metía en la biblioteca de sus padres y explicaba el procedimiento a sus alumnos imaginarios. Además, en su mente se proyectaba contando sus avances con un micrófono ante una cámara de televisión.

González Oviedo nació en Sao Paulo hace casi sesenta y cinco años. De padre canario y madre colombiana, creció entre España y Venezuela. Durante sus vacaciones escolares cuando tenía catorce años, sus amigos del colegio San Vicente de Paul de Maiquetía la convencieron de que presentara los exámenes para obtener el bachillerato venezolano. Así lo hicieron ella y su hermano, con autorización de sus representantes. Lo siguiente fue estudiar Medicina en el núcleo Aragua de la Universidad de Carabobo. Se graduó tercera de su promoción.

Durante la carrera trabajó en sus ratos libres en Tecni-Lectura, la primera librería médica que hubo en Maracay. Se casó. Tuvo dos hijos (que hoy tienen cuarenta y cuarenta y dos años) a quienes llevaba a clases y daba el pecho entre lección y lección. Estaba tan atenta a sus profesores que sus compañeros le pedían los apuntes.

Siempre tuvo en mente una proyección internacional de su carrera, influenciada por sus padres, su familia y sus mentores académicos. Por ello, organizó congresos, seminarios, iba a Caracas a eventos médicos y además dedicó parte de su tiempo a la investigación y la docencia ad honorem.

Myriam Raquel González Oviedo homologó sus títulos de médico y de periodista antes de migrar a España

Le hago una videollamada para conversar con ella a propósito del Día del Médico Venezolano que se celebra el 10 de marzo. Me atiende con una sonrisa y arreglándose el peinado, aunque sabe que será una entrevista escrita. Tiene una voz serena y es muy didáctica. Intenta explicarlo todo sin dejarse ningún detalle. Hacemos un repaso de su currículo y le pregunto.

.-¿Por qué cambió la ilusión que tuvo de niña de ser cirujano cardiovascular para ser pediatra?

.-Sucedieron muchas cosas. Ya era madre de dos hijos y me había divorciado. Entonces tuve la oportunidad de concursar y obtener el primer lugar para ingresar al postgrado de Puericultura y Pediatría en el hospital Central de Maracay, que para ese entonces no era universitario y con la colaboración del jefe de departamento y de los compañeros pudimos convertir el postgrado en universitario por la Universidad de Carabobo. Entonces fuimos la última promoción del postgrado asistencial y la primera promoción universitaria de puericultores y pediatras.

Después de cursar muchas materias con especialistas en el área formados en el exterior, me enamoré de la piel de los niños y decidí estudiar el postgrado de Dermatología Pediátrica entre el Hospital Pérez Carreño y el famoso Hospital José Manuel de los Ríos de Caracas. Siempre quise aprender de los mejores médicos alrededor del mundo. Luchamos también para que este postgrado fuera reconocido y ahora se encuentra entre las 17 especialidades pediátricas que hay en Venezuela.

.-¿Y en qué momento decidió ser periodista?

.-Hay cosas que vienen dadas con uno, con la personalidad, algo que va más allá de la epigenética. Yo siempre me sentí un poco docente y también me gustaban las cámaras, la televisión. Lo del periodismo lo decidí porque empecé con un programa participativo de radio en Maracay, en donde la audiencia nos contaba sus problemas de salud y se daban respuestas sencillas a las preguntas. De tal forma que yo quería tener las herramientas de comunicación y de periodismo para hacer el programa con rigor. Las habilidades médicas ya las tenía. Estudié periodismo pensando siempre en el enfoque de salud. Estudié cinco años en la Universidad Católica Cecilio Acosta y egresé como Licenciada en Comunicación Social mención Desarrollo Social.  

.-Y de hecho tiene su canal de Youtube “Depielapiel

.-Sí, lo tengo desde hace muchísimos años. Allí combino mis dos profesiones, converso con colegas acerca de diferentes patologías y temáticas. Siempre con la intención de brindar información veraz y oportuna a la audiencia. También hago directos en mi cuenta de Instagram , que se llama igual.

En el canal de Youtube «Depielapiel» proporciona información valiosa sobre salud

.-Algunos de los vídeos más recientes incluyen un ascenso al Roraima en Venezuela. ¿Cómo ha sido volver?

.-Una experiencia muy bonita. Después de seis años regresé. Alcancé la cima del Roraima en compañía de una amiga que fue compañera de mi promoción de médico de la universidad. Antes del ascenso, hicimos consultas a los niños y jóvenes de la comunidad de Paraitepuy de Roraima. Meditamos, nos ejercitamos y disfrutamos de esos paisajes tan hermosos de nuestro país.

.-Entiendo que era la primera vez que regresaba desde que se vino a España en 2017.

.-Sí, yo me vine porque ya mis hijos estaban residenciados aquí. Venía a verlos con frecuencia, pasaba largas temporadas entre visita familiar y congresos médicos. Había homologado mis títulos de médico y de periodista sin pensar en que realmente iba a tener la necesidad de hacer uso de ellos.

Desde esa época en la que venía de visita soy miembro del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM), eso me daba acceso a congresos y a la participación en otras actividades profesionales. El año 2016 fue uno de los más difíciles para mi familia y para mí. Hubo acoso, secuestros a familiares, amenazas, temas relacionados con la inseguridad. El país se estaba deteriorando a pasos agigantados.  La zozobra emocional a la que estaba sometida mi familia que ya vivía fuera de Venezuela motivó a que tomara la decisión de comprar un boleto aéreo a Madrid sin retorno.

(Se le rompe la voz, le saltan las lágrimas que se sacude debajo de sus gafas).

—-

Yo trago fuerte. Respiro hondo. Alcanzo a decir:

 ¡Qué duro esto que me cuenta! Lo conozco de primera mano porque mi madre vive en Venezuela y es una situación muy difícil.

.-Sí, imagínate. Salir corriendo, dejar la casa donde has permanecido años, dejar mi consulta, los pacientes, los amigos de toda la vida, dejar tu vida que fue muy activa, muy productiva en lo intelectual, en lo económico y sobre todo de labor social a través de la Asociación Venezolana de Dermatología Pediátrica con trabajos en la comunidad, con trabajos docentes. Tener que suspender toda esa actividad porque la inestabilidad y la precariedad sanitaria que se había profundizado fue muy triste y te afecta como ser humano y como profesional.

Volver este año por primera vez y ver mi casa, mis pertenencias tal cual como habían quedado me removió muchísimas emociones.

La doctora González rodeada de pacientes en un trabajo de campo en Kagorogoro (Uganda)

.- Partiendo de que son países y realidades distintas ¿qué diferencias ves entre la medicina de España y la de Venezuela?

.-Comparar la medicina de España y Venezuela no es fácil. Son dos culturas distintas, dos continentes, con situaciones sociopolíticas que influyen directamente en la actividad médica, de investigación docente y asistencial.

En España hay que hacer diferencia entre la asistencia pública y la privada. En España, y hablo como paciente, la sanidad pública a nivel hospitalario es excelentísima en dotación equipos, el recurso humano está muy bien formado. Debuté con una crisis hipertensiva el año pasado y en pocas horas me hicieron el protocolo completo, con la intervención de más de siete especialistas en el área, con la realización de pruebas especializadas y la implementación de un tratamiento oportuno. Eso es una maravilla. Lamentablemente, en estos momentos en Venezuela no se dispone de un servicio de esta calidad a nivel público. Sin exagerar, a lo mejor a nivel privado los recursos tampoco están disponibles en todo el territorio nacional. Esta es una gran diferencia entre ambos países.

Ahora a nivel de atención ambulatoria falta mucho. Tienes que suplicar para que te den cita con el ginecólogo, que te hagan una citología, por ejemplo. Yo fui al oftalmólogo y me vio un solo ojo y me quería dar cita otro día para verme el otro.

En el ámbito privado, que es donde yo ejerzo, va todo como más rápido, aunque hay un déficit de médicos en este momento.

.-Este es un problema serio en el sistema.

.-Sí, la realidad es que hay un déficit de médicos muy grande. De Venezuela han salido al menos cincuenta mil médicos el año pasado, según la Federación Médica Venezolana y de ese grupo, en España aterrizaron cinco mil.

A través de los chats de médicos venezolanos en España en los que participo te das cuenta de que los lapsos son largos y se retrasa el tiempo para el reconocimiento de tu especialidad (para ejercer tu especialidad tienes que ser reconocido). Esto demora durante años la inserción laboral de muchos profesionales extracomunitarios que eligen el Reino de España como destino. Además, retrasa la posibilidad de incrementar y mejorar la atención de los pacientes en España. Podrían estar ayudando a resolver lo que han llamado la crisis asistencial que se ha originado, entre otras cosas, porque los médicos jóvenes españoles aprueban el MIR (Médico Interno Residente) y muchos se van a otros países europeos donde los salarios son superiores a los de España.

Por otra parte, tenemos a los médicos venezolanos que muchos se vienen a convertir en migrantes irregulares. Muchos no viven, sobreviven. Eso es muy doloroso para cualquiera. En el proceso de homologar y de reconocimiento hay mucha discrecionalidad. Es funcionario dependiente. Se trata de profesionales exitosos en su país que se ven obligados a migrar a otras regiones donde el criterio de formación en la carrera no es equiparable. Como ocurre entre Venezuela y España. En Venezuela existen especialidades troncales, se requieren años previos de medicina interna, de pediatría, de cirugía para luego acceder a una especialidad o una supra especialidad y en España la formación es distinta. Hay especialidades que duran cuatro años según el MIR. Se aprecia que existe un problema de discrecionalidad por parte de los funcionaros, porque dependiendo de quién te evalúe las credenciales puedes pasar de un reglón de aprobación a otro. Hay colegas que tienen la misma formación, que crecieron profesionalmente juntos, entregan las credenciales juntos y ves cómo algunos son reconocidos y otros no.

.-¿Qué le regalarías al médico venezolano en su día?

.-Le regalaría un país pujante, un país en crecimiento, un país visionario, un país que se proyecte, un país con calidad humana y les diría que sigue valiendo la pena ser médico. Les diría que no ha sido fácil el camino recorrido ni el que está por recorrer. Se lo diría a los estudiantes que se han quedado en el país y que se han inscrito en los postgrados (que hasta hace un par de años muchos postgrados estaban desiertos, las plazas quedaban vacantes) ya que este año se ha visto que muchos siguen apostando a la Venezuela bonita.

Les diría que sí vale la pena esforzarse, vale la pena tomar el riesgo, vale la pena aspirar a una vida digna como persona, como profesional y sobre todo en pro de nuestros pacientes, para nuestras comunidades. Para eso hay que ser valiente, persistente, organizado y muy estudioso.

Lo más importante es que les regalaría un país de libertades, un país libre.

Myriam Raquel y dos pacientes.
Migrantes

Madres que sueñan

Briamel González Zambrano

Hace pocos días me conmovió el relato de una madre venezolana quien me contó que había logrado reunir a sus cuatro hijos en Madrid. Todos, progenitores y vástagos, viven en países diferentes. La mujer lideró la gesta que implicó reunir presupuesto para los viajes de todos, hacer coincidir vacaciones y superar la burocracia pandémica en los aeropuertos con el único propósito de encontrarse todos en un mismo lugar después de más de ocho años.

Esta historia me hizo pensar en cómo valoramos el tiempo con la familia una vez que estás lejos y en las líneas que permanecen inalterables en nuestras listas de deseos, en que llevo siete años sin ir a Venezuela, en que no sé cuándo mi hijo podrá conocer de dónde viene su madre. Aunque tampoco tengo especial prisa porque aún es muy pequeño.

Algo tan sencillo como una reunión familiar entre unos padres y sus hijos es una tarea titánica para muchas familias venezolanas

La madre no quiso ir a museos, ni dar paseos, ni ir a restaurantes, ni exposiciones, ni tiendas. Solo quería tener a sus hijos juntos como si celebraran navidad en plena primavera. Los quería tener cautivos en el piso que alquilaron. Sentados con juegos de mesa, viendo fotos, recordando anécdotas y actualizándose hasta la madrugada, tomando un poco de vino y haciendo videollamadas a primos y tíos. Los hijos se rebelaron un poco del plan materno para poder conocer algo de la capital española, pero la complacieron en estar juntos para todos lados.

“Yo no quería salir porque me da terror el Covid. Ya somos mayores mi marido y yo, pero estar con ellos otra vez, fue cumplir un sueño. Recé mucho para que esto ocurriera. No sé si será la última vez ¿sabes? Así que con esto me quedo, con los días por aquí y la idea de que podamos hacerlo en otra oportunidad”, me dijo suspirando.

Por esas madres que rezan por sus hijos migrantes todas las noches, por las madres que rezan a la vez por sus propias madres que están lejos,  por las que han vencido el miedo a los aviones para ir a ver a sus hijos y nietos por el mundo, por aquellas que tragan fuerte al hablar por teléfono en la distancia de las navidades, los cumpleaños, los nacimientos o los duelos, por las que tienen a todos sus hijos en diferentes continentes, por las que se tuvieron que ir de su país y sueñan con regresar a un lugar donde sea posible el reencuentro. Por las madres que sueñan he escrito estos párrafos. Para desearles, desearnos, un feliz día.

¡Feliz día madres!

Feliz día de la madre 2022
Felíz día de la madre
Migrantes

«Venezuela está ahí»

Briamel González Zambrano

Una amiga que vive en Estados Unidos estaba hace pocos días disfrutando de un crucero en familia. Al pasar por Aruba señaló a un lado de la costa y lo primero que le dijo a sus hijos adolescentes es que: «Venezuela está ahí». En efecto, entre la isla caribeña y el Cabo de San Román hay apenas treinta y siete kilómetros. Me llamó la atención este gesto de mi amiga porque yo también lo hice con mi hijo Mateo cuando estuvimos en Cádiz el verano pasado. Sentados en la arena y mirando al Atlántico le conté que «al otro lado del mar se encontraba el país de su madre, mucha familia y amigos (como si un bebé de meses pudiera entender de geografía y migraciones).

La necesidad de enseñarle a nuestra descendencia sus orígenes creo que acompaña mucho al migrante en general. Ya sea a través de la música, el baile, las palabras, el acento o con gestos como ponerle a la mascota o a la casa nombres como «Caribe», «Amazona» o «Canaima». Porque llega un punto en el que los hijos nacidos en el país de acogida notan que en su hogar se dicen palabras que no oye en la calle, se habla de una forma diferente, hay fotos de lugares lejanos y siempre hay llamadas telefónicas con familiares que viven a muchos kilómetros de distancia.

Mis amigos que son hijos de migrantes en Venezuela dicen, de broma, que sabían que eran hijos de extranjeros porque en la lonchera del colegio había sanduich con chorizo , pizza o bolo do caco, mientras que sus compañeros tenían arepas y malta. También en las navidades, que se comían cosas diferentes y que en sus casas no se hacían hallacas o no había abuelos presentes sino en fotos. Además oían historias de guerras, dictaduras, hambre, fronteras, despedidas, viajes largos en barco, maletas y arribos a puertos como La Guaira o Puerto Cabello.

La maternidad, entre otras cosas, me ha hecho pensar en qué le contaré de la migración a mi hijo y cómo. La información general sobre Venezuela la tendrá en internet, pero las razones de cada migrante son íntimas. Por el momento, ya come arepas, le leemos un libro que se llama «Mis primeras palabras venezolanas», tiene camisetas de la selección Vinotinto y de Los Leones del Caracas que le han regalado mis amigos. Además, desde que estaba en mi tripa le cantaba canciones de «Serenata Guayanesa», así que él ya sabe que «La Pulga y el Piojo se quieren casar».

El otro día echaban en la tele un documental de África. La voz en off del locutor dijo: «estos animales se dispersan por la gran sabana africana». Yo empecé a cantar «Sabana» de Simón Díaz. Mateo se empezó a reir sin entender nada y al final bailó también. Parece que le diré siempre : «Venezuela está ahí», cuando aparezca la ocasión.

Migrantes

El bálsamo de los amigos

Briamel González Zambrano

La vida pandémica nos quitó muchas cosas. Lo primero y más imporante es que acabó con muchas vidas alrededor del mundo. Si llevamos los efectos del Covid-19 a la vida cotidiana nos da como resultado obvio el uso de las mascarillas, pero también la falta de abrazos, de reuniones, de sonrisas, el elíxir de estar con los afectos. Ya van a cumplirse dos años de esta situación. Para quienes somos especialmente amigueros no nos es suficiente el zoom, la cámara del móvil y los mensajes de voz. Aunque yo pensé que esos artilugios tecnológicos eran un buen sucedáneo, ya he pasado demasiado tiempo queriendo a través de las pantallas.

No sé si será eso que los especialistas llaman «fatiga pandémica», pero me he dado cuenta recién de que es una necesidad física estar y hablar con amigos. Más allá del «me apetece», es algo necesario, útil y sanísimo. Sé que no estoy descubriendo América, lo que pasa es que palparlo es muy intenso. Este mes he vuelto a y abrazar a amigas. He llorado con algunas en vivo y directo, en plena calle o en el sofá de su casa por algún infortunio . Hemos recordado juntas nuestro recorrido vital. Con otras he reído a través de una llamada de whatsapp para hablar de la situación del país, de los padres, de los maridos, de los hijos y de los trabajos.

Vino además un amigo de la infancia. Estudiamos juntos en el colegio, bailamos juntos en el teatro muchas veces (era mi pareja oficial en todos los actos culturales) y en nuestra vida adulta nos hemos visto en nuestra natal Puerto Ordaz, en Santiago de Chile (donde él vive con su familia) y este fin de semana en Madrid.Pudo conocer a mi hijo y le quiso contar cosas de su madre, jaja. Yo volví a ver a los suyos que ya están grandísimos.Estos encuentros de amigos de la niñez son siempre gasolina para mi alma y me dejan repleta de recuerdos. «¡Qué nostálgica!» dirán algunos. La verdad es que cuando los panas son familia, el saborcito de encontrarse es una maravilla.

La gente buena con la que uno creció y que ahora está desperdigada por el mundo suele reafirmanos de dónde venimos, cómo hemos sido de pequeños y cómo hemos evolucionado. Asombra la seguridad con la que cuentan tus propias anécdotas. Como sabe él que me importaba la ortografía, la historia o el arte y cómo sé yo que a él lo que le encantaba era estar reparando una moto, un coche y usar las herramientas. La alegría de verse en persona, de escuchar el acento de mi ciudad y de recordar hasta el fotoestudio donde nos sacábamos las fotografías tipo carnet para la inscripción del colegio.

El bálsamo de los amigos es universal. Sin embargo, los migrantes tenemos a nuestros afectos en un mapa mundi raído y vernos nos innuda el alma de chispas de afecto. Por más momentos así para la gente.

Entrevistas, España, Migrantes

 “El venezolano es un excelente pagador y un cliente cumplido”

Juan Pedro Mancin, socio fundador de la empresa Reddo Credit, dejó atrás una vida de veintiún años en Estados Unidos para emprender en Madrid. Su compañía otorga préstamos rápidos y diseña productos financieros para la comunidad venezolana migrante en España. Ya han dado un millón de euros en créditos.

Juan Pedro Mancin, CEO de Reddo Credit, una empresa que otorga créditos a venezolanos en España

Briamel González Zambrano

Mientras hacía hallacas con su familia y un grupo de amigos en Madrid en diciembre de 2019, Juan Pedro Mancin (Caracas, 1977) empezó a macerar la idea de un emprendimiento relacionado con créditos rápidos para venezolanos residenciados en España. En enero de 2020, se reunió de nuevo con sus compañeros y no pararon de moldear el proyecto, investigando al mercado, los competidores y las posibilidades de éxito. El estallido de la pandemia de Covid no les detuvo. En mayo, plena efervescencia de confinamiento, Mancin y sus seis socios registraron la empresa y así nació Reddo Credit, una compañía que otorga préstamos rápidos a migrantes.

Antes de llegar a Madrid en 2018, Mancin vivió veintiún años en Boulder (Colorado, Estados Unidos). Allí estudió Administración en la universidad y trabajó como director en una empresa de telecomunicaciones. También emprendió con un restaurante y fue franquiciado de una cadena de pizzerías. En lo personal, se casó con su novia venezolana, que se fue a vivir con él a Estados Unidos. Tienen dos hijos que hoy tienen quince y once años respectivamente.

.-¿Por qué te viniste a España?

.- Quisimos tener la experiencia de vivir en Europa. De dar un cambio y la oportunidad a nuestros hijos de que vieran otra forma de vivir. Mis chamos son gringos, aunque siempre los llevé a Venezuela para ver a la familia, hablan español, comen arepas, pero crecieron en Estados Unidos y su mentalidad es la de allá. Mi esposa y yo queríamos también que vieran otras cosas. Ellos ya de mayores decidirán lo que deseen hacer. A mi hijo mayor le gusta mucho el fútbol así que está fascinado con el cambio (risas). A la pequeña le costó más al principio, pero ya está contenta también.

.-¿Por qué decides con tus socios diseñar una empresa destinada a venezolanos?

.-Cuando llegamos algunas personas nos sugirieron que emprendiéramos en hostelería, por ejemplo, pero pensamos que es un sector que los españoles tienen muy bien controlado y que sería mejor buscar un área donde aportáramos algo distinto. Así que, por una parte, nos parecía obvio que había un mercado con los venezolanos que nadie estaba explorando. Somos también migrantes. Sabemos que a mucha gente le cuesta ser tomado en cuenta por la banca tradicional. Por otra, tenemos una idea fija que es hacer país fuera del país. Quiero decir, para nosotros hacer que un venezolano prospere con estos préstamos, que monte su emprendimiento, que consiga pagar una deuda sin estar ahogado, que se compre una furgoneta, todo eso es también ayudar a Venezuela en buena medida. Evidentemente somos una empresa y buscamos obtener buenos resultados, pero lo que hacemos también tiene un impacto social.

.-De hecho, fuimos a la Web Summit en Lisboa, un evento dedicado a emprendimientos fintech (de tecnología financiera) y nos dieron el premio de “Startup de Impacto” generando aporte a la integración. El premio lo tenemos puesto en la oficina y me da mucho orgullo cuando lo veo. Lo hemos conseguido en muy poco tiempo, pero con mucho trabajo.

.-¿Qué se necesita para solicitar un crédito a Reddo Creddit?

.-Tener más de 18 años, tener documentación y rellenar el formulario que está en nuestra web. Hacemos un estudio del caso y le respondemos en pocas horas. Puede ser que al día siguiente ya tenga el dinero ingresado en su cuenta. Todo es por internet. No conocemos en persona a la gran mayoría de nuestros clientes. Es una empresa 100% digital. A los clientes que hemos conocido ha sido porque se han ganado algún premio en un sorteo de nuestro Instagram y lo han ido a buscar a la oficina.

.-Nuestros créditos personales van de 300 a 2000€. Prestamos también dinero a los “riders” (repartidores de comida/encargos a domicilio) para que puedan comprarse sus motos. Luego tenemos otros productos como créditos para microemprendimientos, con Pages Seguros tenemos pólizas para familiares en Venezuela, tenemos acuerdo con una clínica de estética y damos créditos para intervenciones allí.  Además, refinanciamos deudas. Le enseñamos a los clientes a tomar decisiones conscientes sobre sus finanzas personales. Tenemos una reincidencia de nuestros clientes del 52%. Es decir, en cuando terminan de pagar un crédito, evalúan la situación y tiempo después solicitan otro.

De izquierda a derecha: Alejandro González, Fernando Pages, José Antonio Cruz y Juan Pedro Mancin, socios fundadores de Reddo Credit. / Foto Cortesía

.- Parece una cifra de reincidencia muy alta. ¿Los intereses de vuestros créditos cuáles son?

.-Varían, pero en los préstamos personales son 10%. Te podría parecer muy alto, pero las empresas de microcréditos que ves anunciadas en la televisión cobran hasta el doble que nosotros. No nos gusta compararnos con este tipo de compañías porque trabajan distinto a nosotros, con plazos muy ajustados, intereses altísimos, sin asesorar bien al cliente, sin revisar si hay antecedentes del cliente en temas de apuestas. Nosotros tenemos otra visión y otra manera de gestionar los créditos. 10% suena alto, pero ten en cuenta que en Reddo prestamos el dinero (en el caso de los personales) casi sin ninguna garantía y el riesgo es altísimo y los créditos son a seis meses en muchos de los casos.  

.-¿Y el índice de morosidad?

.-Muy bajo. El venezolano es un excelente pagador, un cliente cumplido. Si no te puede pagar, escribe un mail, llama para la oficina, plantea el caso, da explicaciones y nosotros buscamos cómo solucionar. En este sentido estamos muy contentos. La respuesta y el compromiso de nuestros clientes es fantástica. El 72% de nuestra clientela es venezolana. Creo que le gusta nuestra empresa porque hablamos como ellos y conocemos de dónde vienen. Sabemos que en muchos casos la banca tradicional no los tiene en cuenta y es por eso que acuden a nosotros. En cuanto al resto de los clientes es de 20% de españoles y hay un 8% de migrantes de otros países.

.-¿Cuál es vuestro mayor caso de éxito?

.-No te podría decir uno porque aunque parezca demagógico en cada crédito estamos solucionando un problema a alguien. ¿Sabes lo que le soluciona a un rider tener su moto propia? También hemos dado un crédito a una chica que montó un mini emprendimiento de impresión (para vender tintas, etc), otro compró su furgoneta. La gente que compra seguros y ve que a su familia en Venezuela la atienden con casos de Covid. Todo esto nos llena mucho. Y si quieres un número, en diciembre pasado llegamos al número redondo de haber prestado ya 1.000.000 de euros. Parece poco para ser una empresa que se dedica a esto, pero si tienes en cuenta que son créditos de 300€, 600€, 2000€ entonces entiendes que se trata de un volumen alto.

Juan Pedro Mancin, Alejandro González y Carolina Páez Pumar, parte del equipo de Reddo.

.-¿Cuál es la diferencia de emprender en España con respecto a Estados Unidos?

.-El primer choque es la burocracia y la lentitud de los trámites. Al principio puede ser desesperante, pero luego lo entiendes. Imagínate que abrir una cuenta de banco para la compañía te lleve varios días. Eso en Estados Unidos es impensable, claro.

.-Pasa el tiempo y te vas adaptando a que así funcionan las diligencias. A veces, aunque quieres las cosas muy rápido, solo es cuestión de paciencia y de saber esperar.

.- En el caso de los temas bancarios también he vivido lentitud como cliente particular. A veces piden firmar papeles y declarar que no lavas dinero (por ser venezolano). Como sabes, tenemos paisanos que traen ingentes cantidades de dinero sin justificación.

.-Sí, claro. Sabemos que pasa eso. Yo tengo pasaporte italiano, pero el documento dice que nací en Venezuela y por eso me piden más requisitos y me hacen más preguntas.

.-¿Qué diferencias hay entre la vida en Estados Unidos y la de España?

.-(Suspira y sonríe un poco). No quiero herir a nadie porque en Estados Unidos fuimos muy felices y dejé a tantos amigos allá, pero vivir aquí es otra cosa. Es trabajar y también saber disfrutar de las cosas buenas y sencillas de la vida. Me fascina ver a media mañana a señora de ochenta años con sus amigas tomando unos churros con chocolate en una cafetería. Un tipo joven que hace un descanso del trabajo, se bebe una cañita en el bar de abajo (no es que se cae a palos, ojo) y vuelve otra vez a su oficina. Esa pausa para comer tranquilamente y seguir en tus obligaciones es una maravilla.

.-En Estados Unidos yo podía ver a gente comiéndose una hamburguesa dentro del coche durante la pausa del semáforo. Hay que construir la agenda cuidadosamente para cumplir con todo, trabajar, buscar a los niños al colegio, ir a reuniones, volver a casa y a lo mejor seguir trabajando. Es un ritmo muy frenético a veces. El tiempo del ocio y descanso no está en las prioridades del día a día. Aquí la gente sí lo tiene en cuenta porque sabe además que es bueno para la salud.

.-¿Qué proyectos tienen en Reddo Credit en el corto plazo?

.-Vienen muchas cosas buenas para los clientes. Una app de Wallet (billetera) desde donde puedan gestionarlo todo, una tarjeta de crédito Reddo y además queremos abrir en Italia y en Portugal donde vemos que hay grandes oportunidades. Todos estos planes son en el corto y mediano plazo.

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Adiós al tío Zam

Briamel González Zambrano

En la librería “La Guaricha” se vendían sopas de letras, crucigramas, muñecas de trapo, variados juguetes de plástico, bisutería, material escolar, novelas y periódicos. Detrás del mostrador estuvo por varias décadas su dueño, mi tío Hildebrando Zambrano. Nadie lo conoce por ese nombre tan antiguo, formal y de calendario. En todo San Antonio de Capayacuar (estado Monagas) le dicen “el maestro Zambrano”, porque durante muchos años fue docente de la escuela de pueblo, donde empezó trabajando como bedel.  

En mi familia ha sido venerado como ejemplo de esfuerzo, trabajo y dignidad. Se encargó de su madre y de sus cinco hermanos pequeños, cuando el padre irresponsable se fue “a por tabaco”, como se dice en España. Se casó con mi tía Hortensia y tuvo seis hijos, mis divertidos y queridos primos. También siguió siendo pilar de las decenas de nietos y bisnietos. Para todos ellos es “Papá Zambrano”.

Mis vacaciones decembrinas del colegio solía pasarlas en medio de la Zambranera. Me metía en la librería a verlo hablar con los clientes. Su voz carrasposa y pausada explicaba los titulares de los periódicos: “Hoy en ‘El Sol’ dicen que el gobernador y que va a venir por esta zona. Vamos a ver si es verdad”, “Navegantes del Magallanes tiene los puntos para ser campeón otra vez”.  Los clientes lo escuchaban como si él fuese el narrador del telediario y yo me quedaba asombrada porque me parecía que era dueño de una sabiduría infinita. Yo estaba ahí dándole a mi plastilina, pero escuchándolo todo. Al final, uno es reportero o cotilla desde pequeño (como lo quieran ver, jaja). Me deleitaba el olor a tinta sobre el papel de los diarios, el mismo que me acompañaría tantos años después como parte de mi trabajo. Veía a mi tío cómo sacaba las cuentas mentalmente y daba el vuelto a los compradores. Yo observaba además la cajita de metal azul donde estaban todas las monedas de cinco y los billetes verdes con la cara bigotuda de José Antonio Páez. Era para mí como los baúles de tesoros que veía en los dibujos animados.

Una vez, ya más grande, mi tío me dijo que se iba a desayunar y que me encargara diez minutos de la librería. Me comentó los precios de cada cosa, me dio la calculadora y aquella caja que ya estaba escarapelada. Como era temprano, todo el que entraba quería sus periódicos. “Deme un Sol y un Nacional”, “Un Sol y un Tiempo, por favor”. “Un Sol y un Meridiano”, así hacía la gente sus pedidos y yo iba repartiendo, cobrando y dando las vueltas. Hasta que llegó un señor mayor y me preguntó que quién era yo: “zapatero a su zapato. Llámeme al maestro Zambrano. Él es quien me vende a mí las noticias”. Me sentó muy mal ese comentario. Le respondí que yo le podía vender lo que necesitara. El hombre respondió: “yo lo espero aquí a que termine. A mí me atiende el dueño”. En efecto, se quedó ahí con su cara de antipático, mientras yo contaba monedas y atendía a los demás. Volvió mi tío. Atendió al señor. Me dijo: “viejo sin manías, no es viejo. Tú tranquila, mija. Hay que saber llevar a los clientes”.

Muchos años después, trabajaba yo en el diario El Tiempo. Estaba en la redacción y me dijeron que en el departamento de distribución preguntaban por mí: “soy el distribuidor del periódico en Monagas. El maestro Zambrano me dijo que si venía por aquí preguntara por su sobrina. Que mi abuelo se negó a que usted le vendiera las noticias y ahora usted es quien las escribe”. Los dos reímos y le tuve que contar la historia con detalles.

A sus casi noventa años, mi tío Zambrano se ha ido ayer de este mundo, dejando un familión de duelo en distintas sitios del planeta y a mi madre como la única superviviente de sus hermanos. Yo recordé esta historia, y muchas otras. Doy gracias porque fue para mí lo más cercano a la figura de un abuelo. En la Nochevieja recordaré cómo siempre cada treinta y uno de diciembre ponía en un LP el poema “Las uvas del tiempo” para recordar a mi abuela, su madre. Le decíamos que era pavosísimo ese poema, que qué fastidio. Hasta que me enteré de que Andrés Eloy Blanco lo escribió en Madrid, pasando unas fiestas lejos de los suyos y dijo:

“Madre, esta noche se nos muere un año

En esta ciudad tan grande, todos están de fiesta;

Zambombas, serenatas, gritos, ¡ah, cómo gritan!;

Claro, como todos tienen a su madre cerca;

Yo estoy tan solo madre,

tan solo, pero miento que ojalá lo estuviera;

estoy con tu recuerdo, y el recuerdo es un año pasado

que se queda”.

Adiós tío Zam.  

Mi tío Zam ordenando los periódicos en su estantería

España

Los clásicos del verano en España

Briamel González Zambrano

Para quienes crecimos en zonas tropicales, sin cambios marcados de estaciones, siempre es verano (haciendo la salvedad de los sitios de montaña donde el frío aprieta cuando quiere). De manera que usamos el mismo tipo de ropa todo el año. Quiero decir, que no existían en nuestros armarios los abrigos gordos, ni usábamos a diario botas de caña alta (aunque la tuviéramos porque Zara igual las vendía en nuestro país, ja ja), ni guantes, ni gorros, ni nada con lana ni forros polares. Además, los bañadores y el protector solar estaban disponibles y no guardados durante meses en una maleta o en el trastero.

Entonces te mudas a España, que es un país con estaciones y ves cómo todo el mundo espera el verano con ansias (incluyéndote a ti). Con la llegada del período estival aparecen no solo los bikinis sino también otros clásicos del verano que explico a continuación.

Veranear en la playita

Veranear: Un verbo que no usamos en el Caribe porque allí no existen estaciones marcadas y más o menos siempre hace calor (salvo algunas excepciones). En cambio, en los sitios donde el clima cambia cada cuatro meses, el verano se espera con ilusión y con muchos planes (así sean mentales). Veranear es irte de vacaciones a un lugar, sea una playa, un pueblo de interior, una montaña o al extranjero. Puedes preguntar a un amigo español ¿dónde veraneabas de pequeño?  Te contará sus aventuras infantiles, así sea en el propio patio de su comunidad de vecinos.

La canción del verano. Se trata del tema pegadizo que todas las emisoras radiales ponen a cada rato durante esos meses de calor. La lista de este tipo de éxitos incluye clásicos como “Un rayo de sol”, “Eva María”, “Aquí no hay playa”, “ El tractor amarillo” “Sopa de Caracol” o “El Anillo”. Si eres muy joven y no te suena ninguna, puedes ver el inventario de canciones veraniegas de los últimos treinta años aquí.

Operación Bikini. La dieta o régimen como se dice aquí para ponerte el cuerpo lo más adecentado posible de cara a pasar muchas horas en la playa y con poca ropa. Para las mujeres puede incluir además la manicura, pedicura y la depilación general.

La operación bikini y el viajecito con amigos o familia

El ligue del verano. Esa aventurilla amorosa que puedes tener en tus vacaciones. Casi siempre se remite a la etapa adolescente, pero podría cubrir casi cualquier etapa de la vida.  Al final, el verano es para pasárselo bien. No te enganches, que seguro no vuelves a ver a esa persona en tu vida. Aunque ahora con las redes sociales, pues nunca se sabe.

El pueblo. Si tienes abuelos o padres con pueblo, pasarás una parte del verano allí durante tu infancia. Si haces amigos y tienes tu peña, irás también en la adolescencia. Si no sabes de lo que te hablo, te invito a leer esto de “Tener pueblo en España”.

Campamento de verano. Los padres buscan diversión para los niños y que ellos puedan seguir trabajando. Esto también lo hacemos en el Caribe. De hecho, las empresas grandes suelen tener su “plan vacacional corporativo”.

La piscina. O tienes amigos con piscina, o la tienes en tu comunidad o vas a la piscina municipal cuando el calor arrecia.

Ir a la piscina es un deber en verano.

El chiringuito. Es ese sitio de la playa donde te venden las copas, la comida, los helados, el agua y puedes también sentarte a comer.

Horarios y programación  de verano. Todo  cambia en verano. Parte del sector económico se paraliza entre julio y septiembre. De manera que los horarios de las oficinas, las tiendas, los bancos y muchos servicios cambian. También la programación de la televisión y la radio, que suelen emitir programas más ligeros.

Ola de calor. En las noticias aparece el mapa de España en anarajando en aquellas zonas donde los termómetros pasarán de los 40º. Casi siempre incluye a parte de Andalucía y Extremadura. Siempre se recomienda beber mucha agua.

El calorón nos acompaña y hay que apañarse

Incendios. También por el telediario nos enteramos de que algún punto de España se incendia durante esta temporada.

Aumento de la gasolina. Los precios de los hidrocarburos suelen subir en esta época del año

Cine de verano. Se habilitan espacios municipales para proyección de películas y suele ser una experiencia muy bonita, a la par de cálida.

Festivales de música. También los hacemos en el Caribe, pero aquí se multiplica durante el verano y hay de todo tipo: rock, pop, música celta y lo que quieras.

Entrevistas, España, Migrantes

Máximo Peña: “Ser papá implica haber vuelto a nacer”

El psicólogo y periodista venezolano lleva dos décadas viviendo en Madrid y nos cuenta su recorrido como migrante y como padre. El autor del blog www.psicologiaparatodos.org invita a los hombres a abrirse a la experiencia de la paternidad.

Maximo Peña y su hija Maya hace unos años

Briamel González Zambrano

Máximo Peña (Caracas, 1970) era reportero de la sección de política del diario El Nacional cuando a finales de 1998 decidió que se quería ir de Venezuela para ver mundo y conocer otros lugares. Así que dejó todo y el 15 de enero de 1999 aterrizó en Londres con la excusa de aprender inglés, y además de estudiar el idioma se dedicó a viajar por Europa. Sus amigos le desaconsejaron que se fuera de su país porque consideraban que venían cambios importantes debido a que acababa de ganar las elecciones el teniente coronel Hugo Chávez, alguien a quien Peña conocía por su trabajo.

“Al salir de la cárcel, Chávez era lo que en el argot periodístico denominamos un galápago. Un tipo que llegaba a deshoras a la redacción para que lo entrevistaran, aunque él no tuviera nada nuevo que decir. Nadie en el periódico quería hablar con él porque les dada fastidio, pero como yo era el nuevo, me lo pasaban para que lo atendiera. Con el tiempo, él me propuso que me fuera a trabajar a su lado para gestionarle la prensa. Le dije que no, pero que le podía sugerir a algún compañero que le ayudara en la relación con los medios. Entonces me comentó que no le interesaba si la persona sabía o no de comunicación, que lo importante era que estuviera comprometida con su causa. Eso ya me dio indicios de cómo sería si llegaba a tener algún tipo de poder o gobernar”, recuerda Peña mientras hablamos por videollamada.

De manera que las ganas de viajar salvaron al entonces reportero de ver en directo parte de la destrucción de Venezuela. Al irse en 1999 solo ha sido testigo del desastre político, económico y social a través de sus familiares, sus amigos y de los titulares. Ha sufrido la pérdida del país de una manera diferente. “La migración te deja sin tu contexto habitual y eso es un cambio tremendo. Te abre heridas. A los venezolanos se nos añade (así como a los sirios, por ejemplo) que nos quitaron un lugar a donde volver. Tengo amigos mexicanos, colombianos, argentinos que regresaron a sus países cuando la crisis financiera de España en 2008. Yo no tenía un sitio a donde retornar”, comenta Peña con un tono rotundo.

En el año 2000 llegó a Madrid e inició la vida en pareja con María Jesús Montes (“Chus”), quien fue su compañera en el periódico. Al llegar a España pensó que sería fácil ejercer el periodismo. Aplicó para hacer un máster en el diario El País y quedó seleccionado, pero no becado, de manera que no pudo acceder al curso y decidió buscar empleo en lo que consiguiera. Trabajó como figurante en series de televisión y en películas, fue teleoperador, buzonero, ayudante de escultor, camarero y hasta estuvo atendiendo en una churrería en la Feria del Libro de Madrid, donde le sirvió churros al propio Mario Vargas Llosa. Está convencido de que haber tenido este tipo de ocupaciones lo hicieron crecer como persona, ganar habilidades, destrezas, apertura mental y además nunca más ha tratado mal a nadie que esté en atención al público.

Estuvo dos años como migrante sin papeles hasta que en 2002 regularizó su situación legal y desde el año 2006 cuenta con la nacionalidad española. Lo de trabajar en periodismo lo dejó de lado en parte por la falta de oportunidades, pero también porque, según comenta Peña, no se subió al tren de la modernización y tecnología que ha acompañado a los medios de comunicación en las últimas dos décadas. “Yo escribí noticias en máquinas de escribir. Luego pasé a los ordenadores, pero nunca trabajé en redacciones digitales, ni integradas, ni con redes sociales. De alguna manera me quedé de lado en ese sentido y eso es una desventaja, pero no me quejo”, dice Máximo.

.-¿Qué te llevó a estudiar Psicología?

.-Siempre tuve intereses más allá del periodismo. De hecho, estudié Filosofía al mismo tiempo en la Universidad Central de Venezuela, pero no terminé. En el año 2004 tuve una crisis personal profunda debida a la migración, por todos los cambios que produjo en mí y todo lo que me hizo revisar. A partir de ese momento, no paré de leer temas relacionados con la psique y ya en 2010 empecé formalmente a estudiar la carrera de Psicología en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que es muy exigente. Además yo trabajaba, estudiaba y en el camino me convertí en padre también.

.- En tu blog www.psicologiaparatodos.org hablas de apoyo a migrantes, de la paternidad y de asesoría a padres, además de otros temas. Quisiera centrarme en estos dos. Primero, ¿los migrantes qué apoyo te suelen pedir?

.-Estoy muy orgulloso del blog y allí fusiono mis dos oficios, el de periodista y el de psicólogo.Veo el blog como si fuera la sección de Psicología de un periódico. Como he dicho antes, la migración te cambia el contexto, tus referentes se diluyen y es imposible que migres y sigas siendo la misma persona que eras antes de salir de tu país. Cambia tu forma de pensar en un montón de cosas. De manera que con mis pacientes migrantes hablo de cómo encajar ese cambio enorme que implica trasladarse a otro país, donde no tienes familia, donde nadie te conoce, donde no sabes cómo se hacen las cosas, ni a dónde acudir en determinadas situaciones. Trabajamos las formas y las herramientas para afrontar ese reto. También trato a niños y adolescentes hijos de padres migrantes. Estos pacientes suelen presentar problemas conductuales debido a que los progenitores hacen lo mejor que pueden, pero muchos no tienen tiempo físico para compartir con los niños porque tienen que buscarse la vida, trabajar muchas horas para mantener a la familia. Esto hace que los pequeños pasen gran parte del día solos, jugando a la consola, con pantallas o viendo tele, y luego presentan problemas de adaptación y en el colegio.

Recibo además a parejas de padres primerizos, por ejemplo, porque suelen tener crisis por la transformación que implica la crianza y tener un bebé en tu casa, donde antes han vivido solo dos. Se transforma la sexualidad, la mujer en el puerperio atraviesa muchos procesos, las prioridades son otras y aparecen conflictos. De hecho, la tasa de divorcio se incrementa 30% en esa etapa.

Máximo y su hija Maya disfrutando de un paseo por la playa.

.-Hablando de la paternidad. ¿Cómo hacen los padres tan formados e informados como tú para estar al día de los temas relacionados con crianza e hijos? ¿Cuáles son las fuentes?

.-El camino de ser un padre consciente empieza en el momento en el que quieres serlo. Es decir, cuando yo tenía como 30 o 35 años pensaba que ser padre era lo peor que me podía pasar. Me parecía que esa pequeña persona me venía a robar mi vida, mi libertad, mis ganas de hacer cosas. Son etapas de la vida donde uno suele ser muy egoísta. La realidad es que la paternidad no te quita nada. Por el contrario, tu “yo” se duplica. Para mí, ser papá implica haber vuelto a nacer. Hay una parte de mí que ahora mismo está en el colegio mientras tú y yo hablamos. He aprendido de nuevo lo que implica montar bicicleta, leer cuentos infantiles, a descubrir la naturaleza y sus fenómenos y disfrutar de todo lo que le asombra a mi hija a diario. He aprendido también que ser padre es ser vulnerable porque estás siempre pendiente de esa persona y de su bienestar.

Con respecto a cómo me informo, pues todo empezó durante el embarazo cuando mi mujer se acercó a la asociación El Parto es Nuestro. Se enteró de muchas cosas y yo me involucré en ese proceso. Ella y yo quisimos un parto seguro, planificado y controlado en casa, atendido por una matrona profesional. Eso implica informarse muchísimo con profesionales, a través de asociaciones, con libros, hablando con otros padres.Mi hija Maya nació en nuestro hogar hace casi ocho años. Haber sido testigo de eso fue una experiencia transformadora, algo inexplicable. (Suspira. Se emociona).

A partir de ahí todo ha sido formarme. Siempre de la mano de mi pareja, que ha estudiado y estudia muchísimo para ejercer su maternidad. Me apasionó tanto el tema que mi tesis de grado de psicología trató sobre los cambios en el cerebro de una mujer que da a luz de forma natural y de una mujer que tiene a su bebé por cesárea. Doy charlas además sobre el parto respetado, sobre paternidad y soy miembro de la Asociación Española de Psicología Perinatal y del Instituto Europeo de Salud Perinatal.

.- ¿Qué diferencias ves entre la paternidad que le tocó a nuestros padres y la de la actualidad?

.- Hasta hace muy poco conocimos dos modelos principales de padres: el ausente y el proveedor. El segundo tipo era un papá que trabajaba para obtener el sustento de la familia y que jugaba cuando podía con sus hijos, se lo pasaba bien con ellos cuando tenía tiempo y daba los permisos más importantes para actividades fuera del hogar. Ahora hay una oportunidad tremenda y maravillosa de ampliar la paternidad, de ser un padre que les prepara las comidas, que sabe cuándo le tocan las vacunas a su hijo, cómo se llama el pediatra, qué color le gusta, qué libros lee, qué dibujos quiere ver en la tele, qué deberes tiene que hacer para el cole, en qué curso está, etcétera. No digo que no existieran padres así antes, pero eran muy escasos y nada visibles. Ahora está la posibilidad de implicación mucho mayor en los cuidados, no es que seas una ayuda a la madre, es que es tu derecho y tu deber estar involucrado en todo lo concerniente a tus criaturas. El proceso de crianza es extraordinario porque vuelves a tu infancia, revisitas la relación con tus padres y además generas la ocasión de cortar la cadena de transmisión de traumas.

.-¿Qué quieres decir con esto último?

.-Que si por ejemplo una persona es tímida porque en su casa le mandaban a callar y eso lo convirtió en alguien apocado, eso no tiene que repetirse con tu bebé si no quieres. Si recibías malos tratos, no los tienes que hacer con tu hijo. La crianza es el momento para cambiar esos patrones, para intentar hacerlo mejor y también para repetir aquello que consideramos que nuestros padres han hecho genial.

.-¿Qué consejo darías a unos padres que migran en este momento de la pandemia?

.-La pandemia lo complejiza un poco todo, pero el consejo es que se abran a la experiencia de la paternidad. Que formen tribu con los padres de la guardería o del colegio. Yo siento que me he integrado muchísimo más en España desde que Maya nació. Eso es porque estás en el colegio conociendo a padres que se convierten en amigos, en las personas que a lo mejor la buscan si yo tengo un paciente y no me da tiempo de llegar. La paternidad te ayuda en la integración enormemente. Por ejemplo, llevar a la niña al médico te hace comprender mejor el sistema sanitario, o de qué se habla en la sala de espera, qué dudas tienen otros. A eso me refiero con que esos padres migrantes se involucren y cuanto más lo hagan, más sus hijos y su familia estará integrada en el nuevo país al que llegan.

Como psicólogo, Máximo Peña atiende a migrantes, padres, parejas, adolescentes. Toda la información está en su blog http://www.psicologiaparatodos.org

Migrantes

Amar de lejos

Briamel González Zambrano

Los migrantes aprendemos muchas habilidades en nuestra andadura en el nuevo país. Descubrimos herramientas en nuestro haber. Nos derrumbamos. Nos levantamos. Nos reinventamos. Hay un día en que despertamos por la mañana, vemos para atrás y decimos: “Fui capaz de hacer todo esto. Tener varios trabajos a la vez,  vivir con poquísimo dinero, aguantar a un jefe horrendo, soportar un frío o un calor extremo, salir con un tipo nefasto, conocer luego al amor de mi vida. Lo he conseguido, he podido y sigo en pie”. Entonces sientes que has corrido una maratón con la potencia de una keniata.

Una de esas herramientas que desarrollas durante este viaje es la de querer desde lejos. Porque claro, el amor no se esfuma cuando te vas de tu tierra. Ya lo dije en cinco cosas que aprendes al migrar. Los venezolanos tenemos a los afectos regados por todo el mundo. No exageramos cuando decimos “todo-el-mundo”. Tengo amigos o familiares en Nueva Zelanda, Japón, China, Sudáfrica, toda Europa y en todos los países del continente americano desde Canadá hasta Argentina. De manera que en los contactos de nuestros móviles puede haber más de treinta prefijos telefónicos distintos, empezando por nuestro querido 0058.

¿Y cómo cultivamos el amor desde lejos? Hay tecnología de sobra para hacerlo, pero hay que ponerle afecto. Las redes sociales nos permiten ver crecer a los hijos de los amigos, o notar cómo envejecen los padres o cómo crece la familia. Está claro que eso hace que sean pequeñitas las cordilleras, océanos, lagos, bosques y ríos que nos separan. Nos sentimos cerca.

Los migrantes ya sabíamos querer en la distancia antes de la pandemia. Llevábamos esta ventaja. Sabemos lo que significa pasar meses sin ver a los tuyos y mantenerlos igualmente informados de tu vida y de tus proyectos. Esto permite que el cariño siga intacto a pesar de la lejanía.

En este tiempo de Covid19  nos han faltado abrazos, los abrazos de verdad, que es mucho decir. Sin embargo, quien ha querido ha tenido risas compartidas en pantallas, serenatas, chistes, cumpleaños, brindis, cenas e incluso pudo ir a eventos y cursos. Yo, por ejemplo, aprendí a hacer pan de jamón en una videollamada.  Hace unos días asistí al cumpleaños número 50 de una gran amiga. Fue por Zoom. Con todas regadas por el mundo y bailando un feliz ritmo africano que nos mandó la cumpleañera. Nos reímos tanto, nos divertimos tanto recordando tiempos pasados y la fuerza de la amistad que fue una inyección de  alegría y energía para el resto de la semana.

El summum del amor de lejos es que estuve embarazada entre enero y octubre de 2020. De manera que mi estado de gravidez  lo anuncié por la cámara de mi móvil y casi nadie me vio la tripa.  Mi bebé nació durante la pandemia, así que la mayoría de la gente lo ha conocido por vídeo. Ha sido muy emocionante para nosotros presentarlo así a sus familiares, a nuestros amigos y ver cómo todos lo van queriendo también de lejos. El amor  y sus formas no paran de enseñarnos.

Entrevistas, España

Madrid Seduce: La plataforma digital que se expande bajo la dirección de una venezolana

La web  www.madridseduce.com cumple seis años no solo brindando opciones de cómo disfrutar de la capital española a través de los cinco sentidos, sino también con planes de crecimiento hacia otras urbes y diferentes maneras de llegar a su comunidad de seguidores. Su creadora, Patsy Montiel Moronta, nos cuenta toda la evolución del proyecto.

Briamel González Zambrano

Patsy Montiel explora los planes de ocio en Madrid y los cuenta en su plataforma.

La Puerta del Sol, Cibeles, Neptuno, Atocha, Barajas, El Paseo del Prado, El Paseo de La Castellana, Chamberí, Malasaña, Lavapiés, Chueca. Todos estos sitios le suenan a los madrileños y residentes de Madrid. Son postales y pinturas que se encuentran marcadas en los mapas para los turistas. La caraqueña Patsy Montiel Moronta se propuso ampliar la mirada más allá de lo conocido y contar las experiencias y opciones de entretenimiento (gastronómico, musical, y de tendencias culturales) que ofrece la urbe a través de su proyecto digital Madrid Seduce, que cuenta con página web, Instagram, Twitter y Facebook.

La plataforma cumplió su sexto aniversario a principios de agosto. Aún en medio de la pandemia y sus restricciones, Montiel no ha dejado de trabajar, pensar ideas de expansión y mejoras para que Madrid Seduce continúe creciendo y cautivando a su comunidad de seguidores. La entrevisto (a través de videollamada) para hablar de estos temas y también de su historia como inmigrante, ya que el año que viene cumplirá veinte años viviendo en España.

En mayo de 2014 la entrevisté para el diario TalCual. Faltaban poco más dos meses para el lanzamiento de Madrid Seduce. El titular fue: “Una caraqueña convierte a Madrid en su marca personal”. ¿Seis años después podríamos mantenerlo? ¿Cuál es el balance?

.-¡Uff! Podríamos mantener ese titular y llenarlo con muchas experiencias lindas que han pasado en estos seis años. Podríamos revalorizarlo, diciendo el recorrido que hemos hecho. Por ejemplo, ahora yo soy más protagonista, más visible. Al principio, quise que siempre fuese solo Madrid la que quedara plasmada en todos los contenidos, que esa fuera la marca. Sin embargo, con el aprendizaje y siempre a través de lo que te dice la audiencia, me di cuenta de que era necesario humanizar todo, eso fideliza mucho más al público.

Mucha gente pensaba al principio que Madrid Seduce era un equipo de muchas personas y, en realidad, era yo sola. La comunidad pedía saber quién estaba detrás. Empecé a hacer publicaciones esporádicas donde aparecía una foto mía, o con mi voz, y tenía mucho éxito. Sobre todo, porque la gente necesita poner una cara, saber quién está a cargo. Así que ahora se me ve mucho más. Cuando empecé no había stories, ni lives, ni reels. Todo eso fue apareciendo y uno como creador de contenido también se va adaptando a lo que es más útil para divulgar tu trabajo.

.- ¿Qué aprendizaje ha adquirido estos años para potenciar Madrid Seduce?

.-Hay como dos ramas de aprendizajes: los técnicos y los humanos, por agruparlos de alguna manera. Los técnicos han sido todos aquellos relacionados con las redes sociales y su evolución, hay que estar actualizado con las tendencias, saber qué utilizar y qué no. Me refiero a los lives, las analíticas, las métricas, los nuevos formatos, la optimización de las campañas, etc.

En 2016 hice un máster de emprendimiento. Eso me abrió mucho la mente para entender que en mis manos no solo tengo una página web, ni un blog personal, sino que era mi emprendimiento, mi modus vivendi.  Ahí aprendí sobre líneas de negocio, cómo estructurar un proyecto, mejorar propuestas, consolidar las relaciones con los clientes, aprendí a mirar más con una visión empresarial. De allí nació el germen de mi otro proyecto que es G al punto, mi boutique de comunicación y redes sociales centrada en apoyar a emprendedores gastronómicos. 

También he aprendido a inspirarme en compañeros que lo hacen muy bien, a trabajar en equipo y acorde a estos tiempos, a aplicar lo que se llama I+D (investigación y desarrollo).

El aprendizaje humano también es muy grande. Cuando ofreces un producto que has creado de cero y lo das al público estás entregándole tu proyecto. Los comentarios de la gente, de los clientes, lo que te hace crecer y aprender de cómo mejorar y gestionar no solo contenidos, también emociones y sensaciones. Aprendí a delegar, porque ahora no estoy sola, tengo un equipo de colaboradores free lance a quienes coordino.

Patsy Montiel, creadora de Madrid Seduce
Patsy en el Parque del Buen Retiro. La venezolana cumplirá pronto veinte años viviendo en Madrid.

.-¿Cómo aplica el I+D en Madrid Seduce?

.-Aportando valor. Creando nuevas líneas de contenidos que sean muy marcadas, originales. He estado trabajando en ella antes y durante la pandemia. ¡Aquí te vienen las primicias! Viene la newsletter, un podcast itinerante que será audiovisual y en distintos lugares contando experiencias gastronómicas, y lúdicas en Madrid, además allí haremos lo que en publicidad llamamos product placement o emplazamiento publicitario. Tendremos una estrategia comercial más potente, reforzada. Esto del I+D no es otra cosa que reinventarse con aportaciones distintas.

Todos estos eran proyectos que yo tenía en mente antes de la pandemia y que esta crisis me hizo reflexionar en por qué los retrasé y en la necesidad de ponerlos en marcha.

Tengo además la idea de ofrecer formaciones online. Esto sí que ha nacido en el confinamiento porque he hecho muchos lives en Instagram en los que he contado mi historia como emprendedora, o cómo ha funcionado mi proyecto. Ha generado interés en personas que tienen planes de emprender. Entonces por ahí podría también transitar un camino hacia ser formadora.

Además, estamos apuntando a trabajar contenido de otras ciudades. Ya hemos abierto las cuentas de Barcelona Seduce, Castellón Seduce, Asturias Seduce y Galicia Seduce. Estos son planes en desarrollo y hasta aquí te puedo contar (risas).  

.-Con tantos blogs sobre Madrid a día de hoy ¿cuál es ese valor que aporta Madrid Seduce?

.-Creo que es el storytelling, es decir, cómo cuento la historia. Al final es mi mirada y siempre estoy buscando una narrativa distinta, disruptiva, fotografías diferentes, que el contenido seduzca a la comunidad. Te pongo un ejemplo, durante la pandemia escribimos textos sobre obras maestras que han nacido en cuarentenas históricas, o quince hitos históricos ocurridos en Madrid antes del Covid19 (tornado, Guerra Civil, atentados de ETA, incendios, crisis de 2008, atentados de Atocha, etc.). A esto me refiero con otra mirada, nadie más tocó estos temas y generaron mucho interés. Por eso insisto en aportar la diferencia. A lo mejor no publicamos con un volumen enorme, pero buscamos lo distinto que al público le engancha.

.-¿Cómo gestiona la agenda para cubrir los múltiples eventos que hay en la ciudad?

.-¡Madrid no para! Cuando empecé había muchos planes casi todos los jueves. Ahora puedo tener invitaciones de lunes a jueves. Los viernes por la tarde los reservo siempre para empezar a descansar, ponerme el pijamas, sofá y Netflix. Quienes trabajamos en esto vivimos al revés que los demás. Salimos de cena, copas, planes y diversión de lunes a jueves. El fin de semana queremos reposar un poco. 

De manera que lo que hago es filtrar mucho a dónde quiero ir, pienso si va a añadir algo a mi comunidad, si puede ser de su interés y si es más de lo mismo. Esos son mis criterios para filtrar. A veces me toca elegir entre dos opciones que ambas son buenas, pero son a la misma hora y el mismo día.

Patsy Montiel meses antes del lanzamiento de Madrid Seduce en 2014.

.-Ha mencionado varias veces el tema de la pandemia del Covid-19 ¿Cómo ha afectado a su sector?

.-Al principio con mucha incertidumbre y desasosiego. Sin saber si parar campañas que ya tenías pautadas o seguir adelante. Tengo clientes y amigos en el sector de la restauración, que se detuvo casi del todo durante el confinamiento de marzo y abril. Tuvimos que romper la planificación en el área digital. De manera que hubo mucho vértigo. Decidí apoyarlos, hablar de sus propuestas de entrega a domicilio que se consolidaron mucho y sirvieron de plataforma para sus negocios.

Ha sido un tiempo para reflexionar. Aunque la palabra esté muy manida, hemos estado en constante reinvención de cómo hacer para ayudar a nuestros clientes y marcas aliadas. Participar en los lives que te mencionaba me permitieron tener una conexión directa con la audiencia y que me hicieran muchas consultas y aportaciones también de cómo afrontar este tiempo tan convulso.

Ahora mismo, seguimos con la pandemia en pleno desarrollo, con parte del ocio nocturno cerrado, con escenarios inciertos, pero siempre con la mirada en cómo salir adelante y cómo aportar desde mi plataforma para que, tanto la audiencia como los clientes, saquen las mejores experiencias del Madrid que tenemos hoy.

Por cierto, un proyecto que nació muy poco antes de la pandemia fue “Venezuela en 360º”, que consiste en unirnos tres emprendedores digitales venezolanos para apoyar a los hosteleros paisanos nuestros. Grabamos los piloto días antes de que decretaran el estado de alarma y ahora ya vamos retomando con más clientes.

.-¿En qué consiste Venezuela en 360º? ¿Quiénes son sus compañeros?

.-Somos tres venezolanos con tres plataformas muy diferenciadas. Axa Milá de La Roca, que es La Gastronófila, habla desde el punto de vista de la inmersión en la cocina. Alfonzo Iannucci, que con Diáspora Venezolana se ha dedicado a entrevistar a venezolanos en toda España y en distintos países para que cuenten su historia migrante. Yo, desde Madrid Seduce, quiero contar qué están aportando los emprendedores gastronómicos venezolanos a la ciudad.

Nos juntamos los tres. Visitamos un restaurante y cada uno graba su vídeo desde estas tres perspectivas distintas.  Nos ha parecido un concepto muy chulo y diferenciador. Se detuvo por la pandemia, pero hay mucho interés y en los próximos meses estaremos trabajando en ello. Será una bonita manera de mostrar todo lo que está pasando en las cocinas y restaurantes de venezolanos. Es impresionante la cantidad que hay y queremos mostrarlos a nuestras comunidades digitales.

Este proyecto también me parece que es una manera de construir país estando fuera, de apoyar a los emprendedores. Madrid Seduce no es una plataforma dirigida para venezolanos sino para todo el que le guste la ciudad o la quiera visitar. Ahora bien, si ahora somos tantos venezolanos aquí por qué no contarlo y hablar de lo que traen para ofrecer.

.- Ahora hablemos de su experiencia migratoria. Se vino de Caracas a Madrid en el año 2001 con una beca para un máster. En pocos meses cumplirá 20 años viviendo en España. ¿Cuál es el balance de casi dos décadas?

.- Ha sido un camino de curvas, subidas, bajadas, frenazos, pero siempre aprendiendo un montón. Sigo maravillándome con este país. Con sus paisajes, los que conozco y los que me faltan. También con su gente. Diecinueve años después me siento integrada y muy agradecida. Ahora tengo como lo mejor de mis dos países. De cuatro años para acá se ha venido mucha gente querida, amigos de la universidad, del colegio, de mi vecindario. De manera que hay días en que me siento en la Caracas de los años noventa con la seguridad del Madrid de 2020.

¿Por qué de los noventa?

Porque fue la época en la que me formé, fui a la universidad, me hice adulta, hice amistades que aún conservo. Aquel tiempo no es que el país era fantástico, había problemas, pero era vivible. Había movida nocturna y cultural muy interesante, se podían hacer cosas que hoy son impensables. Entonces tener a esos amigos aquí y hacer planes en Madrid es lo que te digo: lo mejor de mis dos países. Mi resumen de estos diecinueve años es la palabra alquimia. Se han unido diferentes elementos para hacer una mejor Patsy.

.-¿Qué consejo le da a los venezolanos que llevan poco tiempo viviendo aquí o que migrarán en breve?

.-Que sean una página en blanco. No hay que dar nada por hecho. Puedes ser en Venezuela una eminencia en tu área, pero aquí la gente no sabe eso. Mi consejo es llenarse de humildad y abrirse al aprendizaje que implica migrar. Debe pensar en el valor de lo que sabe hacer y cómo eso puede aportar algo en el sitio al que llega. También debe barajar la posibilidad de cambiar de rama, pensar que eso es factible.

Lección importante para aprender: sin perder tus raíces, adáptate lo más rápido posible. Puedes valorar nuestras costumbres e incorporar las españolas que más se adapten a ti, cambiar la mirada. Por ejemplo, yo nunca he podido echar la siesta, pero, hago un montón de cosas que son parte de este país, desde tomar el aperitivo, descansar en verano, hasta ver las fiestas regionales e incorporar las palabras españolas en mi habla.

La migración tiene una parte inicial de duelo, pero en cuanto se pasa, se abren los ojos a lo nuevo con gratitud, con emoción, con ilusión.

Otro consejo importante: tejer redes desde temprano con gente local. Tendemos a hacer guetos venezolanos y eso es natural, pero hagamos amigos del sitio al que llegamos. Eso nos permitirá integrarnos mucho más rápido y comprender la cultura mucho mejor. 

Patsy recomienda tener humildad a los venezolanos que llegan a otro país