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Historias de paisanos

Briamel González Zambrano

 

Apenas estaba entrando al consultorio y me respondió los buenos días. “Buena señal», me dije.  Ya tenía una hora en el centro médico, me habían hecho dos pruebas y el personal sanitario (a lo mejor agobiado por el tema del ébola) casi ni me había mirado a los ojos. Luego del saludo cordial vio mi historia clínica, la radiografía de la mano y empezó a explicarme por qué se forma el ganglión que tengo en la muñeca y sus consecuencias. Me hizo un dibujo medio de preescolar, pero bastante entendible. Dejó que le explicara desde cuándo lo tengo, que me duele, que a veces crece como una ciruela de huesito y otras veces casi desaparece. Que a mi novio le da una enorme grima y a veces lo persigo por toda la casa mostrándole la pelota que sale de mi articulación (bueno, creo que esto no se lo conté al doctor, pero ya se los digo por aquí a los lectores de La Rorra jiji).

Después ve mi identificación y me dice: “¿Venezolana, no?  Como yo”. La verdad es que estaba tan preocupada por lo de la mano que ni me había fijado en ello. Entonces me embalé y le dije que soy de Puerto Ordaz , pero que estudié en Caracas. Lo medio entrevisté soterradamente. Me dijo que es de Maturín, pero estudió en la UCV.  Que lleva 8 años en España.  Empezó a escribir el informe. Al terminar dijo: “Puff, que caloooooorr hace en Puerto Ordaz. Fui una vez, la pasamos buenísimo, fuimos al río, pero yo nunca había sentido nada igual”. Y yo con tono de orgullo regional herido le dije: “Bueno tampoco es  que Maturín es Nueva York, ¿no? Que mis padres son de Monagas y me conozco el estado completo”. Reímos los dos. Hablamos de que en Caracas se nos matizaron un poco nuestros acentos de provincia, pero que apenas tocamos terruño se nos dispara el cantadito respectivo.

Me gusta conocer por casualidad a paisanos y ver además que están haciendo  bien su trabajo. Por cierto, falta ver si me operan. Eso ya se los contaré en otro post.

PS: ¿ Vives en el exterior y tienes una historia de casualidad con un paisano? ¡Anímate y cuéntamela!

En la sala de espera. Antes de entrar a consulta

 

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Otras 5 cosas que te pasarán si acabas de migrar

Briamel González Zambrano

 

Mi comadre Andrea Daza ha escrito en su blog el post: “5 cosas que te pasarán si acabas de migrar” y me ha invitado a que por favor diera mi versión. Aquí se las dejo. No tienen que cumplirse las 5, pero alguna por lo menos.

1.-Harás trámites. Dependiendo de la burocracia que te toque, esto puede ser una maratón. Conocerás todas las oficinas de Extranjería de la ciudad. Aprenderás de leyes y plazos. Tendrás una carpeta llena de papeles con fotocopias de: tu cédula de identidad, tu pasaporte, foto carnet (con cara de: “me levanté muy temprano para esto. Soy más bonita, lo juro”), partida de nacimiento, tarjetas bancarias y afines. Una noticia: esa carpeta te puede acompañar muchos años. No adelgaza la muy muérgana. La mía casi habla ya y me dice: “Hasta que tengas la nacionalidad, a mí no me puedes tirar a la basura, lero, lero”.

2.-Tu peso variará. Puedes engordar o adelgazar, pero un cambio habrá. En mi caso, adelgacé ocho kilos los primeros dos meses. Es decir, me quedé en el chasis.  Estaba comiendo como siempre, pero algo había cambiado: empecé a caminar. Ya no estaba horas frente al volante en una tranca  sino que caminaba de un lado a otro. La ropa se me caía, pero tranquilos. Han pasado casi cinco años. Ya los he recuperado (con creces, jiji).

3.- Si te vas a un país donde hay cambios de estaciones comprarás ropa de frío. Ya no te vale lo que te prestaban cuando ibas de turista. Yo llegué en pleno invierno. Lo primero que compré fue el abrigo y las botas. Te da pereza ponerte tanta cosa para salir. Luego llegar a un bar y tener que quitarte la mitad. Para irte a tu casa, ooootra vez a ponerse guantes, gorro, bufanda. Yo decía: “¡Ya vamos con el striptease!”. (Aún no me acostumbro).

4.-  Aprenderás el valor del dinero. Cuando vas de turista todo tiene el encanto de “Ta’ barato dame dos”. Dices: “Compra eso que cuesta 3 euros, chica.” o: “Mira, un pasaje en Ave a noventa euros, dale”. Ahora vives en esa ciudad y la situación es otra. Has llegado para vivir ahí. Así que cada dólar, peso, euro, cuenta. Lo de comer en la calle todos los días (como hacía en Caracas) se acabó, mi linda. A cocinar (¡Oh no!). Aprenderás además que en otros lugares la electricidad es costosa, que no debes dejar encendidas las luces y bueno, de la gasolina ya les hablaré en otro post, pero como ya saben, vale un ojo de la cara, así que nada de taxis a cada rato.

5.- Viajarás.  Pese al punto anterior, viajarás. Si llegas a otro país como estudiante y en plan exploratorio (como una gran cantidad de venezolanos) piensas que a lo mejor en un año estás de vuelta en casa y que es mejor conocer un poquito. Si tus amigos de la universidad son de un pueblo pequeñito y te invitan a su fiesta tú vas, porque es un viaje, es turismo y oportunidad de conocer.  La mínima ocasión es idónea para salir. Si te has ido a Europa, ese primer año mínimo vas a París, Roma o Londres. Siempre hay un venezolano que te puede invitar a su sofá-cama de Ikea. Además te volverás  experto en líneas de bajo coste y sus ofertas.

Ps: Aquí está la versión de Andrea Daza, la azotacalles