Myriam Raquel González Oviedo está especializada en pediatría y dermatología pediátrica, además es periodista. Vive en Madrid desde 2017, donde ejerce como médico general a través de la consulta privada y tiene su canal de Youtube “Depieapiel” en el que imparte educación en salud para la comunidad. Tiene sus títulos de medicina y periodismo debidamente homologados en España. Aún espera el reconocimiento de sus especialidades por parte del estado español, como se encuentra el 90% de los médicos migrantes extracomunitarios.
Briamel González Zambrano
Cuando tenía ocho años Myriam Raquel González Oviedo diseccionaba pollitos. Los abría en canal y les miraba el corazón y los pulmones. Aunque parece una imagen áspera para una niña, ella lo recuerda con ternura porque cree que ahí estaba preparando sus primeras tablas quirúrgicas. Por aquel tiempo, se había hecho el primer trasplante cardíaco del mundo y ella quería ser cirujana cardiovascular. Se metía en la biblioteca de sus padres y explicaba el procedimiento a sus alumnos imaginarios. Además, en su mente se proyectaba contando sus avances con un micrófono ante una cámara de televisión.
González Oviedo nació en Sao Paulo hace casi sesenta y cinco años. De padre canario y madre colombiana, creció entre España y Venezuela. Durante sus vacaciones escolares cuando tenía catorce años, sus amigos del colegio San Vicente de Paul de Maiquetía la convencieron de que presentara los exámenes para obtener el bachillerato venezolano. Así lo hicieron ella y su hermano, con autorización de sus representantes. Lo siguiente fue estudiar Medicina en el núcleo Aragua de la Universidad de Carabobo. Se graduó tercera de su promoción.
Durante la carrera trabajó en sus ratos libres en Tecni-Lectura, la primera librería médica que hubo en Maracay. Se casó. Tuvo dos hijos (que hoy tienen cuarenta y cuarenta y dos años) a quienes llevaba a clases y daba el pecho entre lección y lección. Estaba tan atenta a sus profesores que sus compañeros le pedían los apuntes.
Siempre tuvo en mente una proyección internacional de su carrera, influenciada por sus padres, su familia y sus mentores académicos. Por ello, organizó congresos, seminarios, iba a Caracas a eventos médicos y además dedicó parte de su tiempo a la investigación y la docencia ad honorem.

Le hago una videollamada para conversar con ella a propósito del Día del Médico Venezolano que se celebra el 10 de marzo. Me atiende con una sonrisa y arreglándose el peinado, aunque sabe que será una entrevista escrita. Tiene una voz serena y es muy didáctica. Intenta explicarlo todo sin dejarse ningún detalle. Hacemos un repaso de su currículo y le pregunto.
.-¿Por qué cambió la ilusión que tuvo de niña de ser cirujano cardiovascular para ser pediatra?
.-Sucedieron muchas cosas. Ya era madre de dos hijos y me había divorciado. Entonces tuve la oportunidad de concursar y obtener el primer lugar para ingresar al postgrado de Puericultura y Pediatría en el hospital Central de Maracay, que para ese entonces no era universitario y con la colaboración del jefe de departamento y de los compañeros pudimos convertir el postgrado en universitario por la Universidad de Carabobo. Entonces fuimos la última promoción del postgrado asistencial y la primera promoción universitaria de puericultores y pediatras.
Después de cursar muchas materias con especialistas en el área formados en el exterior, me enamoré de la piel de los niños y decidí estudiar el postgrado de Dermatología Pediátrica entre el Hospital Pérez Carreño y el famoso Hospital José Manuel de los Ríos de Caracas. Siempre quise aprender de los mejores médicos alrededor del mundo. Luchamos también para que este postgrado fuera reconocido y ahora se encuentra entre las 17 especialidades pediátricas que hay en Venezuela.
.-¿Y en qué momento decidió ser periodista?
.-Hay cosas que vienen dadas con uno, con la personalidad, algo que va más allá de la epigenética. Yo siempre me sentí un poco docente y también me gustaban las cámaras, la televisión. Lo del periodismo lo decidí porque empecé con un programa participativo de radio en Maracay, en donde la audiencia nos contaba sus problemas de salud y se daban respuestas sencillas a las preguntas. De tal forma que yo quería tener las herramientas de comunicación y de periodismo para hacer el programa con rigor. Las habilidades médicas ya las tenía. Estudié periodismo pensando siempre en el enfoque de salud. Estudié cinco años en la Universidad Católica Cecilio Acosta y egresé como Licenciada en Comunicación Social mención Desarrollo Social.
.-Y de hecho tiene su canal de Youtube “Depielapiel”
.-Sí, lo tengo desde hace muchísimos años. Allí combino mis dos profesiones, converso con colegas acerca de diferentes patologías y temáticas. Siempre con la intención de brindar información veraz y oportuna a la audiencia. También hago directos en mi cuenta de Instagram , que se llama igual.

.-Algunos de los vídeos más recientes incluyen un ascenso al Roraima en Venezuela. ¿Cómo ha sido volver?
.-Una experiencia muy bonita. Después de seis años regresé. Alcancé la cima del Roraima en compañía de una amiga que fue compañera de mi promoción de médico de la universidad. Antes del ascenso, hicimos consultas a los niños y jóvenes de la comunidad de Paraitepuy de Roraima. Meditamos, nos ejercitamos y disfrutamos de esos paisajes tan hermosos de nuestro país.
.-Entiendo que era la primera vez que regresaba desde que se vino a España en 2017.
.-Sí, yo me vine porque ya mis hijos estaban residenciados aquí. Venía a verlos con frecuencia, pasaba largas temporadas entre visita familiar y congresos médicos. Había homologado mis títulos de médico y de periodista sin pensar en que realmente iba a tener la necesidad de hacer uso de ellos.
Desde esa época en la que venía de visita soy miembro del Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM), eso me daba acceso a congresos y a la participación en otras actividades profesionales. El año 2016 fue uno de los más difíciles para mi familia y para mí. Hubo acoso, secuestros a familiares, amenazas, temas relacionados con la inseguridad. El país se estaba deteriorando a pasos agigantados. La zozobra emocional a la que estaba sometida mi familia que ya vivía fuera de Venezuela motivó a que tomara la decisión de comprar un boleto aéreo a Madrid sin retorno.
(Se le rompe la voz, le saltan las lágrimas que se sacude debajo de sus gafas).
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Yo trago fuerte. Respiro hondo. Alcanzo a decir:
¡Qué duro esto que me cuenta! Lo conozco de primera mano porque mi madre vive en Venezuela y es una situación muy difícil.
.-Sí, imagínate. Salir corriendo, dejar la casa donde has permanecido años, dejar mi consulta, los pacientes, los amigos de toda la vida, dejar tu vida que fue muy activa, muy productiva en lo intelectual, en lo económico y sobre todo de labor social a través de la Asociación Venezolana de Dermatología Pediátrica con trabajos en la comunidad, con trabajos docentes. Tener que suspender toda esa actividad porque la inestabilidad y la precariedad sanitaria que se había profundizado fue muy triste y te afecta como ser humano y como profesional.
Volver este año por primera vez y ver mi casa, mis pertenencias tal cual como habían quedado me removió muchísimas emociones.

.- Partiendo de que son países y realidades distintas ¿qué diferencias ves entre la medicina de España y la de Venezuela?
.-Comparar la medicina de España y Venezuela no es fácil. Son dos culturas distintas, dos continentes, con situaciones sociopolíticas que influyen directamente en la actividad médica, de investigación docente y asistencial.
En España hay que hacer diferencia entre la asistencia pública y la privada. En España, y hablo como paciente, la sanidad pública a nivel hospitalario es excelentísima en dotación equipos, el recurso humano está muy bien formado. Debuté con una crisis hipertensiva el año pasado y en pocas horas me hicieron el protocolo completo, con la intervención de más de siete especialistas en el área, con la realización de pruebas especializadas y la implementación de un tratamiento oportuno. Eso es una maravilla. Lamentablemente, en estos momentos en Venezuela no se dispone de un servicio de esta calidad a nivel público. Sin exagerar, a lo mejor a nivel privado los recursos tampoco están disponibles en todo el territorio nacional. Esta es una gran diferencia entre ambos países.
Ahora a nivel de atención ambulatoria falta mucho. Tienes que suplicar para que te den cita con el ginecólogo, que te hagan una citología, por ejemplo. Yo fui al oftalmólogo y me vio un solo ojo y me quería dar cita otro día para verme el otro.
En el ámbito privado, que es donde yo ejerzo, va todo como más rápido, aunque hay un déficit de médicos en este momento.
.-Este es un problema serio en el sistema.
.-Sí, la realidad es que hay un déficit de médicos muy grande. De Venezuela han salido al menos cincuenta mil médicos el año pasado, según la Federación Médica Venezolana y de ese grupo, en España aterrizaron cinco mil.
A través de los chats de médicos venezolanos en España en los que participo te das cuenta de que los lapsos son largos y se retrasa el tiempo para el reconocimiento de tu especialidad (para ejercer tu especialidad tienes que ser reconocido). Esto demora durante años la inserción laboral de muchos profesionales extracomunitarios que eligen el Reino de España como destino. Además, retrasa la posibilidad de incrementar y mejorar la atención de los pacientes en España. Podrían estar ayudando a resolver lo que han llamado la crisis asistencial que se ha originado, entre otras cosas, porque los médicos jóvenes españoles aprueban el MIR (Médico Interno Residente) y muchos se van a otros países europeos donde los salarios son superiores a los de España.
Por otra parte, tenemos a los médicos venezolanos que muchos se vienen a convertir en migrantes irregulares. Muchos no viven, sobreviven. Eso es muy doloroso para cualquiera. En el proceso de homologar y de reconocimiento hay mucha discrecionalidad. Es funcionario dependiente. Se trata de profesionales exitosos en su país que se ven obligados a migrar a otras regiones donde el criterio de formación en la carrera no es equiparable. Como ocurre entre Venezuela y España. En Venezuela existen especialidades troncales, se requieren años previos de medicina interna, de pediatría, de cirugía para luego acceder a una especialidad o una supra especialidad y en España la formación es distinta. Hay especialidades que duran cuatro años según el MIR. Se aprecia que existe un problema de discrecionalidad por parte de los funcionaros, porque dependiendo de quién te evalúe las credenciales puedes pasar de un reglón de aprobación a otro. Hay colegas que tienen la misma formación, que crecieron profesionalmente juntos, entregan las credenciales juntos y ves cómo algunos son reconocidos y otros no.
.-¿Qué le regalarías al médico venezolano en su día?
.-Le regalaría un país pujante, un país en crecimiento, un país visionario, un país que se proyecte, un país con calidad humana y les diría que sigue valiendo la pena ser médico. Les diría que no ha sido fácil el camino recorrido ni el que está por recorrer. Se lo diría a los estudiantes que se han quedado en el país y que se han inscrito en los postgrados (que hasta hace un par de años muchos postgrados estaban desiertos, las plazas quedaban vacantes) ya que este año se ha visto que muchos siguen apostando a la Venezuela bonita.
Les diría que sí vale la pena esforzarse, vale la pena tomar el riesgo, vale la pena aspirar a una vida digna como persona, como profesional y sobre todo en pro de nuestros pacientes, para nuestras comunidades. Para eso hay que ser valiente, persistente, organizado y muy estudioso.
Lo más importante es que les regalaría un país de libertades, un país libre.
